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'Okupas' humanos acabaron con el oso cavernario

Sapiens y neandertales echaron al animal de sus cuevas hace 50.000 años

NUÑO DOMÍNGUEZ

La competencia entre humanos y osos cavernarios por conseguir refugio hace 50.000 años empujó a estos animales a la extinción. Así lo asegura un nuevo estudio que ha analizado el misterioso declive y desaparición de estas temibles criaturas, que podían superar los dos metros de alzada.

Los expertos llevan años discutiendo qué mató a unos animales que estaban bien asentados por toda Europa. Unos creen que fue el cambio del clima y otros, la caza por parte de poblaciones humanas.

Ahora, el estudio del ADN fósil de 17 osos cavernarios acaba de dar una nueva explicación. 'Los humanos se quedaron con las cuevas de estos osos y los empujaron a la extinción', explica a Público Aurora Grandal, investigadora de la Universidad de A Coruña y coautora de un estudio publicado en Molecular Biology and Evolution.

Junto a expertos de otros siete países, Grandal analizó restos fósiles de osos encontrados por toda Europa, desde los bosques de Lugo, el lugar más occidental hasta el que llegaron sus dominios, a la cueva de Denisova, en Rusia, donde este año se encontraron los restos de la Mujer X, una misteriosa especie que podría ser de una raza humana desconocida hasta ahora.

Los datos genéticos sugieren una larga historia de desencuentros entre osos y humanos. Los restos estudiados abarcan desde hace 60.000 años hasta hace 24.000. Los expertos han analizado la diversidad genética de cada oso, lo que les da una idea de cómo eran de grandes las poblaciones. Los resultados muestran un lento pero continuo declive de la diversidad, lo que significa que los ejemplares fueron perdiendo poco a poco el contacto con otros. Esto dificultó el apareamiento y los empujó a la extinción hace unos 24.000 años. Los culpables de ese descenso fueron, según el equipo, las poblaciones de sapiens y neandertales de Europa, y las costumbres del oso cavernario.

'Hace 50.000 años llegaron a Europa nuevas poblaciones de humanos modernos', explica Grandal. Los recién llegados buscaron refugio allí donde estaba disponible. La mejor opción para pasar los días más duros del invierno eran las cuevas en las que habitaba el oso cavernario (Ursus spelaeus). El enorme animal necesitaba esos escondites para hibernar. Hasta entonces, los osos se las habían arreglado para ahuyentar a ocasionales huéspedes no deseados, pero cuando los grupos humanos crecieron, la historia cambió. 'Los osos se retiraban cuando encontraban grupos de tamaño considerable', señala Grandal.

Este movimiento okupa del Pleistoceno dejó al oso sin refugios y lo llevó a la extinción. El cambio del clima no sirve para explicar la desaparición por sí solo, según Grandal, porque cuando las glaciaciones comenzaron, la diversidad genética de los osos llevaba ya miles de años en descenso. Para corroborar esta hipótesis, los expertos han cruzado sus datos con la evolución genética de los osos pardos desde hace 80.000 años. Al contrario que sus congéneres de las cavernas, estos animales son omnívoros y no necesitaban cuevas para hibernar. Su diversidad genética permanece constante hasta hoy.

Por otro lado, las pruebas de que el hombre acabase con el oso dándole caza son poco consistentes. 'De todos los fósiles de oso cavernario que conocemos, sólo uno lleva la marca de una flecha', concluye Grandal.

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