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Paco Roca reescribe "El faro", un viaje a los sueños perdidos de la guerra

EFE

Fue hace cinco años, mucho antes de recibir el Premio Nacional de Cómic, cuando Paco Roca ideó "El faro", una obra que pasó casi desapercibida y que el autor reescribe ahora para invitar al lector a un viaje iniciático con el que descubrir sueños y adentrarse en las grandes novelas de aventuras.

"Ahora hay una crisis de caminos, andamos bastante perdidos", se lamenta Roca en una entrevista con Efe, convencido de que "el hombre tiene que tener siempre una meta, aunque sea de lo más absurda", un mensaje que lanza desde esta novela gráfica, que el autor define como "un cuento" y que arranca en plena Guerra Civil española.

Mientras prepara "El invierno del dibujante", donde un grupo de dibujantes lucha, durante la posguerra, "por un sueño en un mal momento", Paco Roca vuelve a editar "El faro" (Astiberri), fiel a la manía de "pulir" sus obras cuando tiene la ocasión.

En la nueva edición el artista ha hecho algunas modificaciones en los diálogos y ha incluido material inédito: dibujos a lápiz, fotos, bocetos y un epílogo en el que explica los detalles de una obra concebida como un cuento que sumergiera al lector "en un ambiente de tranquilidad", lejos del "ritmo frenético" de otras de sus creaciones.

Con trazos claros y en dos tonos -azul y negro- Roca acompaña al lector en un paseo de sueños, por unas páginas en las que la sencillez no resta ni un ápice de fuerza dramática a la trama.

El protagonista es Francisco Guirado, un joven miliciano que se alista en el bando republicano con tan sólo 17 años, que ve sus ilusiones truncadas por la guerra y que al intentar cruzar la frontera francesa llega hasta un viejo faro en el que encontrará cobijo.

Su anciano farero, Telmo, tratará de devolverle la ilusión a este joven carabinero, contándole historias de aventureros para convencerle de que "el mar es el refugio de los hombres libres", como lo creía el capitán Nemo de "Veinte mil leguas de viaje submarino".

Roca ha volcado en sus páginas su pasión por las novelas que leyó de niño, apodando a su personaje "Moby Dick", viajando a la isla Laputa de "Los viajes de Gulliver" o citando a Ulises y al Capitán Flint.

Pero también desvela su pasión por el mar -se declara entre risas "marinero turista"- y por el faro, un objeto "muy atrayente", lleno de simbolismo y que, según Roca, "es especialmente recurrente en el mundo del cómic".

"Los faros sirven de guía, pero también son el lugar más extremo de la tierra y eso es algo muy poético", asegura el autor de "Arrugas", Premio Nacional de Cómic 2008.

El valenciano, que ya viajó a Granada con "Hijos de la Alhambra" o al Cadaqués de Dalí con "El juego lúgubre", cuenta una historia que "podría ser atemporal", pero que ocurre en los años treinta porque pretende reflejar una vida "sin esperanzas y sin sueños" y la "pérdida de la ilusión por vivir, tan común en muchos de los derrotados en la guerra".

Francisco Valiente fue en realidad el abuelo de una amiga del autor que luchó en la guerra, huyó a Francia, estuvo en Argelès (campo de concentración en los Pirineos Orientales) y fue enviado a Marruecos como prisionero. Roca se centra en su historia personal, porque "no quería contar una historia de la Guerra Civil", precisa.

Lo que sí ha querido es dibujar su fe en el viaje, un viaje interior, como vía para encontrar "la resolución a los problemas", pero también para ampliar "la perspectiva de las fronteras" y recuperar las ilusiones. Y ya lo explica Telmo en "El Faro": "No se puede ir por ahí, a la deriva, sin un sueño".

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