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El padre del rey le avisó de que sólo le apoyaría si abría el régimen de Franco

Juan de Borbón se ve obligado a desmarcarse del Partido Comunista después de que su confidente, Rafael Calvo, se uniera a Carrillo en París en 1974. Asegura que si el príncipe encabeza un régimen similar al franquista entonces reclamaría sus derechos dinásticos

DANIEL DEL PINO

DANIEL DEL PINO

Lo primero que hizo la mañana del 5 de agosto de 1974 Juan de Borbón fue levantar el teléfono en su residencia de lujo en Estoril y telefonear a la misión diplomática de EEUU en Lisboa para solicitar una audiencia. El padre del rey Juan Carlos no especificó el motivo por el que quería una reunión pero Horacio Rivero, el embajador estadounidense en Madrid, dio alguna pista a su homólogo en Portugal y al secretario de Estado, Henry Kissinger. Rafael Calvo Serer había anunciado el 29 de julio en París junto a Santiago Carrillo la creación de la Junta Democrática. Calvo, destacado miembro del Opus Dei, había sido hasta hacía bien poco consejero personal del Conde de Barcelona y su relación con los comunistas sólo podía acarrearle problemas a él y al príncipe, que asumió la Jefatura del Estado esos meses por la baja por enfermedad del dictador.

"Es posible que Don Juan esté buscando una manera de compensar la vergüenza que haya podido sentir por este hecho [el anuncio de Calvo] o pueda sentir la monarquía representada por su hijo, Juan Carlos", sugiere Rivero. Ese era, efectivamente, uno de los temas que el Conde de Barcelona quería aclarar, pero hubo más.

Juan de Borbón fue recibido en la legación por el agregado de economía ya que el embajador se encontraba en Oporto y durante su charla quiso dejar claro que "cuando Juan Carlos se convierta en Jefe del Estado de forma permanente, ya sea por la muerte de Franco o por su proclamación antes de la muerte de Franco" no pensaba "dar ningún paso" que pudiera perturbar la transición siempre y cuando "el Gobierno instale una democracia genuina y no sea una mera continuación del régimen autocrático de Franco".

"Si Juan Carlos se convirtiera en parte de un régimen que continuara al estilo del de Franco, entonces se opondría a su hijo y decidiría que su nieto fuera el heredero justo", reza el informe enviado a Kissinger. Juan de Borbón se quejaó de que la actual posición de su hijo no le beneficiaba al encontrarse "bajo la tutela de Franco", como demostraba que el primer Consejo de Ministros que presidió tuviera lugar en la Moncloa y no en la Zarzuela. "Si yo fuera mi hijo, habría insistido en que la reunión debía celebrarse en el Palacio Real y así se lo haré ver en cuanto hablemos". Vetado por Franco

La siguiente referencia relevante que aparece del padre del rey en los cables desclasificados de Kissinger compilados por WikiLeaks a los que Público ha tenido acceso en exclusiva para los medios españoles, es de un año más tarde. El 18 de junio el embajador de EEUU en Portugal le comunicó que el régimen de Franco le había prohibido entrar en España. La noticia sólo se conocerá el día 19 y la misión envía un informe a Kissinger explicando que la medida de Franco se debía a las últimas declaraciones en público de Juan de Borbón durante una recepción en Estoril.

"Don Juan, padre del Príncipe Juan Carlos y cabeza de la familia real española, ha desatado controversias con un comunicado en el que reiteraba sus reivindicaciones dinásticas, su disposición a responder a la llamada para liderar una España democrática y su objeción al ‘poder personal absoluto' de Franco" se lee. En los cables aparecen unas reacciones del príncipe Juan Carlos pero el contenido del cable no se puede visualizar por estar corrupto o por no haber sido desclasificado. (Aquí la explicación de WikiLeaks)

El veto a su entrada en España duraría hasta el 22 de agosto y curiosamente la embajada de EEUU en Madrid se enteró a través de un periodista de Europa Press. El día 31 de ese mismo mes Juan de Borbón y su hijo cenaron juntos en un yate en Palma de Mallorca y el 4 de septiembre el Conde de Barcelona nombraría a Luis de Ussia y a Luis María Ansón sus responsables de comunicación. Juan de Borbón, pese a todas las trabas que había puesto siempre, renunciaría en 1977 a sus derechos dinásticos.

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