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Palma, la ciudad de los 200 patios

Palma esconde un secreto tras las fachadas de los nobles edificios de su ciudad antigua. Un tesoro de años, historia y tradición que se fraguó en torno a sus más de 200 patios que aún hoy se conservan. En la actualidad s

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Ocultos, singulares y silenciosos, los patios de Palma de Mallorca constituyen algunos de los rincones más representativos de la ciudad balear. Acceder a ellos es conocer un poco mejor el corazón antiguo y mediterráneo de la ciudad. En su casco antiguo, al abrigo del dédalo de sus estrechas callejuelas, se recogen en sí mismos, grandes y pequeños, empedrados, abriéndose en torno a una escalinata renacentista o a un solitario pozo.

La historia de los patios de Palma se remonta al siglo XIII, con la llegada del gótico y culmina entre los siglos XVI y XVIII. En esta época las principales casas de la ciudad se construyen de nuevo o se reforman, de acuerdo ahora con el estilo renacentista y, más tarde, también barroco. Son grandes casonas que responden al dicho mallorquín sa casa fa es senyor ('la casa hace al señor') en las que abundan las escalinatas, los grandes maceteros y los pozos.

En su día llegó a haber en toda la ciudad unos 400 patios; hoy quedan 200 y la mayoría se encuentran en un buen estado de conservación, debido en parte a que muchas de las casas señoriales en que se encuentran se han destinado a acoger sedes institucionales o entidades culturales.

Estos espacios, que reúnen elementos que van desde el gótico al barroco, combinando intimismo y suntuosidad, son el legado de las grandes familias palmesanas que les dan nombre: Can Oms, Can Mesquida o Can Bordils, entre otros.

Lo primero que se ve de ellos son las puertas enrejadas, que cubren unos grandes portalones de madera. Éstos dan paso al patio, zona de encuentro y acceso a las casas, dividido en dos: el área cubierta y la parte on plou (literalmente 'donde llueve'), que es abierta y aporta luminosidad a las viviendas.

Los elementos interiores se repiten y, aunque cambian los estilos, priman la sencillez y la funcionalidad: escaleras, arcos, suelos de piedra, escudos de familia tallados ornamentando ventanas, pequeñas plantas, puertas y hasta pozos en los que se recogía el agua de la lluvia.

A ellos solo se puede llegar si uno se atreve a perderse por las callejas de Palma, a meterse en sus recovecos y a escudriñar en las entrañas de las casas; por eso, para evitar que permanezcan ocultos a ojos de los visitantes que acuden a la ciudad buscando su historia, la Conselleria de Turismo ha ideado una ruta guiada por 31 patios.

La gran mayoría de los que se incluyen en esta ruta pública se encuentran en el mismo corazón de la ciudad, en la calle de la Almudaina, muy cerca del palacio que le da nombre, de la Catedral de Mallorca y del Parlament balear, y se extienden por las calles Morey, Estudi General, Montesión y Sol.

En lo que se conoce como Ciudad Alta están abiertos a los visitantes 16 patios, como Can Frontera, Can Alemany y Can Feliu, que son las tres nuevas incorporaciones que este año introduce la ruta guiada en esta zona; mientras que en la Ciudad Baja se pueden ver un total de 15, como el de Cal Comte de Montenegro.


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