Público
Público

"¿Que qué palo del flamenco le pondría a los políticos? Uno gordo, gordo"

José Mercé. Cantaor. Profundamente decepcionado con la sociedad de hoy, este tío 'normal' busca la autenticidad para salir del agujero

OLIVIA CARBALLAR

Fue avisado, porque con los artistas... ya se sabe: 'José, tienes que escribir en la pizarra algo que no sea flamenco, ¿vale? Que no sea flamenco'. '¿Flamenco? Qué vaaaaa. ¡Si yo lo que quería ser era futbolista! Soy del Madrid y de Zidane. Lo que pasó es que con 13 años tuve que empezar a buscarme las habichuelas en esto, que es lo que he mamao en casa'. El cantaor, ya en la primera respuesta, comienza a dejar clarito quién es José Mercé (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1955): un tío normal, que cuando está trabajando, está trabajando y cuando no, o ve la tele o escucha música en su casa.

'A veces me voy al bar a echar la partidita de dominó o de mus con el bocado en la boca, porque si no llego a tiempo, mis amigos no me dejan jugar. No soy nada excéntrico, ni raro. Lo que más valoro es ser pata negra, el ser de verdad. La mentira no la aguanto, ni el divismo, la historia del artisteo, el estrellato', continúa. Es lo que le enseñaron: 'Como decía mi padre: Hijo, que vayas por la calle siempre con la cabecita alta. Si no tienes pa más, tienes pa menos, pero sé normal'. Me ha ido muy bien con esos principios'.

'Y ahora que hay crisis por todos lados, ¿dónde está Dios?'

Y por eso le apasiona tanto Miguel Hernández, 'un poeta que escribe lo que ha vivido, no que la flor y la mariposa son muy bonitas'. Él lo descubrió en Argentina cuando en España aún vivía el 'tío Paco'. 'Imagina cuando le escribe la mujer y le dice que está embarazada. ¡Mira qué tema le hace a su hijo!', dice prendado de Nana de la cebolla, el poema que ha versionado en su último disco, Ruido.

'Quillo, ¿le vas a poner Ruido al disco con lo mal visto que está en el flamenco?', cuenta que le advirtió su productor. 'Sí, Ruido. Esta sociedad está tan mal, hay tanto desasosiego, que hay que hacer ruido', le contestó. De Mercé sale un quejío cuando explica cómo la ilusión de la Transición ha acabado pisoteada. 'Las cosas ya no se hacen con el corazón. Y la culpa es de todos, es la sociedad que estamos creando, la del todo vale. Pero los políticos han hecho también mucho daño al país', reflexiona.

'Ya nadie cree en la izquierda o en la derecha. Pero es que ni ellos mismos. ¿Tú, cuándo ibas a pensar en los ochenta que Izquierda Unida iba a pactar con el PP, macho?', se pregunta indignado. Entiende y apoya al Movimiento 15-M, que suena como 'una bulería muy buena del barrio Santiago de Jerez', de esas que aprendió de su bisabuelo Paco de la Luz y de su tío Sordera. '¿Que qué palo le pondría a los políticos? Un palo gordo, pero gordo', suelta a carcajadas.

'En el flamenco dos y dos no son cuatro, el flamenco no es Pitágoras'

Mercé echa de menos esos barrios donde se crió, los patios de vecinos y vecinas que, a escondidas, le daban de comer cuando llegaba a su casa del colegio y su madre le ponía lo que había: 'Hoy, si tú no puedes comer, que te jodan. ¿Cómo es posible que el ser humano sea así, con esa maldad?'. El niño que se sabía la misa entera en latín se pregunta hoy con 56 años: 'Y ahora que hay crisis por todos lados, ¿dónde está Dios?'.

Mientras aparece, o no, Mercé intenta sobrellevar la pérdida de su hijo. Y se echa unas risas con sus hijas cuando le dicen: 'Papá, te estás haciendo mayor porque te están dando ya muchos premios'. Y disfruta, y mucho, recordando el primer besito que le dio su mujer, con 13 años, viendo 'una peli muy mala', Anónimo veneciano.

Palomitas en el estómago aparte, la que le impactó de verdad fue El expreso de medianoche. 'Lo cogieron con un porro y no veas la que le liaron al chaval', dice este amante de la libertad. Como la que reclamaba versionando Al Alba, de Aute, o Clandestino, de Manu Chao. Y si la letra y la música le llegan al alma, se pone 'con los Rolling Stones o con quien haga falta'. El flamenco, sostiene, está vivo, aquí 'dos y dos no son cuatro, no es Pitágoras'. Mercé busca un cante como él, sencillo, con letras cotidianas, de hoy. De ayer, aún guarda el suéter azul cielo que Camarón, con 18 años, le dio a cambio de su camisa el día que se conocieron. La camisa de un chico normal de 15 años.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias