El papa Benedicto XVI ha declarado hoy que "hay que respetar al niño, un don precioso para la sociedad, y hay que reconocer la dignidad humana que posee plenamente aunque no haya nacido y se encuentre en el útero materno".

Benedicto XVI también ha recordado a los médicos a cargo de niños que sufren enfermedades graves que es necesario un equilibro entre "insistir" y "desistir" en la terapia y que debe evitarse el riesgo de la experimentación.

"La investigación médica se encuentra a veces ante decisiones difíciles cuando se trata, por ejemplo, de llegar a un equilibrio adecuado entre insistir o desistir en la terapia para asegurar los tratamientos adecuados a las necesidades reales de los pequeños, sin ceder a la tentación de la experimentación", ha subrayado el Papa.

"No es superfluo recordar -ha afirmado- que la razón de cada intervención médica debe ser la consecución del verdadero bien para el niño, considerando su dignidad como ser humano con plenos derechos".

"Por lo tanto, hay que cuidarlo siempre con amor, para ayudarlo a afrontar el sufrimiento y la enfermedad, incluso antes del nacimiento, en la medida adecuada a su situación".

El Pontífice ha recomendado a los médicos que, "teniendo en cuenta el impacto emocional, debido a la enfermedad y a los tratamientos a los que el niño es sometido, que a menudo son particularmente invasivos, es importante asegurar una comunicación constante con familia".

"Asimismo, el aspecto sanitario y el humano no van nunca disociados, y cada estructura asistencial y sanitaria, especialmente cuando son motivados por el verdadero espíritu cristiano, tiene el deber de ofrecer lo mejor de su experiencia y humanidad".

Benedicto XVI ha hecho estas declaraciones en audiencia a los participantes en la Conferencia Internacional sobre el cuidado de los niños enfermos, organizado por el Consejo Pontificio para la Salud, celebrada en el Vaticano desde el 13 noviembre y que finaliza hoy.