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El 'papel' de Obama despista a la ONU

Un jefe negociador de la cumbre reconoce que Naciones Unidas no sabe 'qué hacer' con el texto de las potencias. Los países bolivarianos boicotean su aprobación

MANUEL ANSEDE

El plenario de la cumbre del clima de Copenhague 'tomó nota' ayer por la mañana del acuerdo cocinado por EEUU, China, la UE y otras potencias, tras una noche marcada por el boicot de los países bolivarianos al texto, calificado como 'un golpe de Estado contra Naciones Unidas' por el delegado de Venezuela. El documento, denominado Acuerdo de Copenhague, fue elaborado a última hora por 26 países, al margen de otros 166, para intentar salvar la cara a más de un centenar de líderes mundiales, llegados a la capital danesa para firmar un nuevo acuerdo de reducción de las emisiones de CO2 capaz de frenar el calentamiento global.

Ahora, un día después del fin de la cumbre que debía salvar el planeta, Naciones Unidas no sabe qué hacer con el texto de tres páginas impulsado por Barack Obama, único fruto de dos años de negociaciones. 'Es una situación muy rara, muy rara', explica a Público el economista maltés Michael Zammit Cutajar, presidente del grupo de negociación de la ONU que pretendía elaborar un protocolo de Copenhague que imponga recortes obligatorios de emisiones a EEUU y a China, ambos fuera del Protocolo de Kioto vigente.

'No sabemos qué países han firmado, salvo por la prensa', reconoce Cutajar

El acuerdo auspiciado por Obama no es vinculante, no contiene cifras de reducción de emisiones y tampoco contempla la creación de un sistema de control internacional para verificar las emisiones de los países emergentes (China, India, Brasil). Ni siquiera fue aprobado por el plenario de la cumbre del clima, que se limitó a 'tomar nota' por la rabiosa oposición de Venezuela, Bolivia, Cuba y Sudán.

'Señor presidente, el presidente Obama ha anunciado un acuerdo que no existe', manifestó el delegado cubano. Y el portavoz de Sudán, Lumumba Di-Aping, uno de los protagonistas de la cumbre, llegó a comparar el Acuerdo de Copenhague con el Holocausto, por las muertes que provocará en África la inacción de los países ricos frente al calentamiento global.

'El texto no es una decisión de la Conferencia sobre cambio climático de la ONU', zanja Zammit Cutajar, pese a que el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, afirmó ayer: 'Por fin tenemos un compromiso'.

'Es una situación muy poco clara, porque sólo tenemos un acuerdo político entre algunos países, pero formalmente no sabemos cuáles, salvo por la prensa', explica el jefe negociador de la ONU, autor del primer borrador de acuerdo presentado en la cumbre.

El 'papel de Obama', como lo llaman los negociadores, pone dinero encima de la mesa: 30.000 millones de dólares para pagar la adaptación al cambio climático de los países pobres entre 2010 y 2012. Y fija un vago objetivo de evitar una subida de más de dos grados en la temperatura del planeta. Para Obama, es 'un gran avance sin precedentes'. Pero la ONU no sabe cómo traducir esta declaración de buenas intenciones de los países más contaminantes en un tratado útil para reducir las emisiones globales de CO2.

China e India quieren reducir emisiones de forma 'voluntaria'. 

La intención de Ban Ki-moon y de los líderes de la UE es proponer en la próxima cumbre del clima, prevista para dentro de un año en México, si no se improvisa otra en junio, que el Acuerdo de Copenhague se convierta en un tratado vinculante para los países que se adhieran a él antes del 1 de febrero de 2010. China e India ya han anunciado que vetarán esta decisión. Su compromiso para minimizar el aumento de emisiones es 'voluntario', no obligatorio, según dejaron claro sus primeros ministros, Wen Jiabao y Manmohan Singh, respectivamente.

Para Zammit Cutajar, el fracaso de la cumbre de Copenha-gue se debe a que la conferencia ha sido víctima de su propio éxito. 'Es decepcionante, la cumbre se convirtió en un evento político y mediático, y el aspecto ideológico ha eclipsado el interés por luchar contra el cambio climático', se lamenta.

Un observador que ha asistido a las últimas conferencias de la ONU sobre cambio climático comparte el análisis del maltés. 'Los países bolivarianos han bloqueado el acuerdo para consumo interno en sus países, la agenda climática les da igual', opina. Según sus cifras, los venezolanos emiten 5,5 toneladas de CO2 anuales per cápita, un 20% más que la media mundial y casi cinco veces más que el resto de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). 'Venezuela y Bolivia tienen petróleo y gas, lo que quieren es incrementar el consumo de combustibles fósiles', aseguran estas fuentes.

La cumbre de Copenhague se había planteado como la última oportunidad para salvar el clima, como el final del camino. Pero ahora aparece como un primer paso hacia un embrollo burocrático causado por los enfrentamientos en torno a un esmirriado Acuerdo de Copenhague. La ministra Elena Espinosa reconoció en la madrugada de ayer el descalabro: 'El documento no es todo lo ambicioso que la UE hubiera deseado, pero la única alternativa que teníamos era el absoluto fracaso'.

 

¿Qué es el Acuerdo de Copenhague?
Los 192 países que han participado durante las últimas dos semanas en la cumbre del clima “tomaron nota” en el plenario de ayer por la mañana del llamado ‘Acuerdo de Copenhague’. El objetivo es afrontar, según detalla el texto, “uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo, el cambio climático”.

¿Es un texto vinculante?
El acuerdo es una simple declaración política que no es vinculante. Ni siquiera está claro qué forma legal tiene ese “reconocimiento” de los 192 países. El Protocolo de Kioto, en su momento, sí fue vinculante para los firmantes.

¿Contiene el documento un compromiso para reducir las emisiones?
No. El texto se limita a reconocer que la temperatura del planeta no debería elevarse más de 2ºC por encima de los niveles preindustriales, tal y como reconoce la “evidencia científica”. Sin embargo, no dice qué año se toma como referencia para evitar ese aumento, ni cómo se hará para evitarlo.

¿Incluye el compromiso de estudiarlo en el futuro?
El texto pide a los países que fijen su cifra de reducción de emisiones para 2020 antes del 1 de febrero, pero no dice qué ocurrirá si no lo hacen. Además, en el Protocolo de Kioto los países firmantes se comprometían a una determinada cifra de reducción de gases contaminantes sobre la misma base, el año 1990. En el Acuerdo de Copenhague no se cita base alguna, lo que abre la puerta a que cada país presente su oferta de recorte según el año o el concepto que más le interese. EEUU y China ya lo han hecho, presentando internamente recortes muy inferiores a los que están comprometidos los países de la UE por el Protocolo de Kioto.

¿Adquieren los países compromisos financieros?
El acuerdo promete 30.000 millones de dólares (unos 21.000 millones de euros) en tres años para ayudar a las naciones en desarrollo a paliar los efectos del cambio climático generados por los países desarrollados. Además, muestra el “compromiso” de alcanzar la cifra de 100.000 millones hasta 2020. No dice, en todo caso, cómo se dividirá la financiación entre los países ricos, ni cómo se repartirá entre los pobres.

¿Frenará el texto el cambio climático?
Es improbable. No hay sucesor del Protocolo de Kioto, ni compromiso de reducción de emisiones, ni tampoco fecha para tenerlo. Los países, además, no han creado el ‘gran hermano’ climático que reclamaba Estados Unidos para vigilar el recorte de emisiones de los países en desarrollo. Los miembros de la UE, con el presidente de la Comisión Jose Manuel Durão Barroso a la cabeza, han sido los más ambiciosos en sus ofertas y, por tanto, también han sido los que más decepcionados se han mostrado con el acuerdo.

¿Ha fracasado la cumbre?
El objetivo de la cumbre del clima de Copenhague era prorrogar Kioto más allá de 2012 y crear un nuevo protocolo de Copenhague que incluyera a EEUU y los países emergentes. Desde ese punto de vista, ha fracasado. Pero los negociadores ya habían avisado de que ese acuerdo era imposible y de que se conformaban con dar pasos hacia un protocolo más ambicioso en la cumbre de México de 2010. Según Obama, este es el “primer paso”, aunque reconoce que “queda un largo camino por delante”.

¿Qué dicen los científicos de este acuerdo?
Los expertos se muestran, en su mayoría, decepcionados. Los científicos consultados por ‘Público’ creen que el acuerdo, al no comprometerse a frenar las emisiones, no frenará el calentamiento, aunque celebran que los países hayan reconocido que la temperatura del planeta no debe aumentar más de 2ºC.

¿Qué piensan los ecologistas?
Las ONG defensoras del medio ambiente han sido especialmente críticas con esta cumbre. El caos organizativo dejó fuera a 20.000 de sus representantes que estaban acreditados. Respecto al acuerdo, los ecologistas se quejan de que los políticos sólo han ido a la cumbre a hablar, y no a actuar. “Enfrentados al mayor desafío de sus carreras, los líderes mundiales, más que salvar el planeta, han intentado salvar la cara”, ha dicho Greenpeace. “Los líderes han fallado”, resume Ecologistas en Acción en un comunicado.

¿Qué ocurrirá ahora?
La próxima cumbre del clima se celebrará en México dentro de un año. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, aseguró ayer que tratará de convertir el texto en acuerdo vinculante antes de esa cumbre.

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