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El paraíso no está tan lejos

Fin de semana en las Islas Cíes, un tesoro natural a menos de una hora de Vigo por el que pasaron Julio César y Francis Drake.

CARMEN V. VALIÑA

El paraíso no está tan lejos. En Vigo y Baiona lo tienen a apenas 45 minutos, los que lleva desplazarse en barco desde estas ciudades hasta un tesoro natural, reino de las gaviotas y muestra de los lugares que han sabido conservar su esencia: las Islas Cíes.

Ptolomeo ya las llamó Islas de los Dioses, y muchos las han identificado con las míticas Casitérides de Herodoto, donde fenicios y cartagineses se proveían de estaño. No cuesta trabajo imaginar el porqué de ese carácter legendario: hundirse en la finísima arena de la playa de Rodas, conocer las aguas cálidas del Lago dos Nenos o descubrir, con la mirada puesta en el cielo, por qué las gaviotas son dueñas y señoras de este territorio constituyen auténticas experiencias divinas. Para dejar volar la imaginación son también las historias que rodean al archipiélago. Entre ellas, la que dice que en sus cercanías se fue a pique un buque repleto de oro y plata procedente de América. Allí seguirá, esperando quien acepte el desafío de ir en su procura.

Con barco legendario o sin él, las Cíes son un destino perfecto para un plan de fin de semana, y conviene aprovechar los últimos días en los que la lluvia aún no es compañera inseparable del tiempo en Galicia. En el corazón de las Rías Baixas, en la provincia de Pontevedra, el archipiélago de las Cíes fue declarado en 2002, junto a los de Ons, Sálvora y Cortegada, también en las Rías Baixas, parte del Parque Nacional das Illas Atlánticas. Era el reconocimiento al valor natural y paisajístico de sus tres islas principales, Monteagudo (o isla Norte), Montefaro (o isla Sur) y San Martiño, así como a los pequeños islotes que también componen el archipiélago: A Agoeira, Penela dos Viños, Carabelos y O Ruzo.

El periódico británico The Guardian llamó a Rodas la playa más bonita del mundo, y sus aguas tranquilas y cristalinas intentan demostrárselo a cada visitante. La belleza de las Cíes queda patente también en las vistas desde el Monte Faro o en la estampa romántica que han dejado la antaño famosa industria de salazón y las casas abandonadas de los colonos que un día habitaron aquí, y que se especializaron en la pesca del pulpo. Y fascinantes son también la gruta de la Fura do Inferno y, cómo no, el inmenso observatorio de aves que constituyen las islas, entre las que las gaviotas son las auténticas dueñas. Miles de parejas anidan en las Cíes y pueblan su vertiente oeste, la más escarpada.

Quizás allí estaban ya en los tiempos en los que las islas contemplaron la visita de dos figuras que añaden todavía más interés a un territorio de por sí legendario: Julio César y el pirata británico Francis Drake. ¿Por qué no seguir sus pasos en un fin de semana en el paraíso?



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