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La pequeña estación alpina de Gstaad espera la llegada de Roman Polanski

EFE

La pequeña pero lujosa estación de esquí de Gstaad, en los Alpes suizos, vivía hoy una apacible jornada de normalidad, la víspera de la esperada llegada del cineasta franco-polaco Roman Polanski, quien será trasladado al chalet que posee en esta localidad para cumplir arresto domiciliario.

Polanski, de 76 años, y encarcelado en Suiza desde finales de septiembre por una petición de extradición de EEUU, será puesto mañana en libertad condicional tras haber depositado la fianza de 4,5 millones de francos (3 millones de euros) establecida por los jueces suizos.

Según anunció el portavoz del Ministerio de Justicia, Folco Galli, el realizador fue transferido hoy desde la prisión de Winterthour, localidad cercana a Zúrich, donde ha pasado más de dos meses, a otro centro de detención no identificado, como paso previo a su traslado a Gstaad, mañana.

Pero a menos de 24 horas de que esto ocurra, nada parece haber enturbiado la tradicional tranquilidad de este pueblo de postal, enmarcado en un bello paisaje alpino y salpicado de boutiques de lujo que ya se han engalanado con la decoración navideña.

Nada, excepto un gran cartel colocado a la entrada de la Iglesia Evangélica de Gstaad, que reza: "Todos esperan a Polanski, nosotros esperamos a Jesús".

A las afueras del pueblo, sobre una colina, el chalet propiedad de Polanski, donde deberá estar confinado hasta que se resuelva la petición de extraditarlo a EEUU por un caso de abuso sexual a una menor cometido en 1977, tampoco hace prever el revuelo que se espera traiga la llegada del cineasta.

La casa de madera clara y de estilo alpino, de construcción antigua pero que Polanski hizo renovar enteramente, de unos 1.800 metros cuadrados, no se distingue mucho de otros chalets vecinos y nada ni nadie impide acercarse hasta la misma puerta.

No se observa ninguna vigilancia en el estrecho camino que lleva hasta "La Vía Láctea", y el único signo de que algo se prepara es la presencia, a una discreta distancia, de tres o cuatro furgonetas de televisiones.

Todos los postigos de madera de la residencia están cerrados a cal y canto, excepto uno del piso superior, pero no se observa ningún movimiento de personas, después de que hace ya varios días una empresa de seguridad visitara el lugar para colocar la vigilancia electrónica que servirá como medida cautelar para evitar una posible fuga del realizador.

Polanski deberá llevar, además, un brazalete electrónico en el tobillo, que le será colocado a su llegada a Gstaad, según el portavoz del Ministerio de Justicia.

La forma en que llegará el cineasta y entrará al chalet -pasado el mediodía, según Galli-, es todavía un misterio, pues el Ministerio de Justicia intentará evitar a toda costa el asalto de los periodistas.

En su propiedad de Gstaad deberá permanecer hasta que se aclare si es o no extraditado a Estados Unidos, de donde huyó en 1978 tras declararse culpable de mantener relaciones sexuales con una menor y no asistir al juicio.

Polanski no podrá abandonar su propiedad, pero podrá recibir allí todas las visitas que quiera y hospedarlas si lo desea.

Asimismo, podrá hacer llamadas telefónicas sin limitación alguna y mantener correspondencia electrónica, según ha confirmado la Oficina Federal de Justicia de Suiza.

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