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Entre Pinto y Messi

Mal partido del Barça en Mallorca, donde sólo la buena actuación del portero y la entrada del 10 meten en la final a los de Guardiola. Castro marcó al borde del descanso y Martí falló un penalti

ENRIQUE MARÍN

Por más que Guardiola intente sacudirse la presión que le quieren meter desde Madrid y que inexplicablemente amplifican en Barcelona hablando de crisis, el técnico azulgrana sabe que tiene la batalla perdida. Sobre todo mientras su equipo no despeje las dudas que volvió a exhibir en Mallorca, donde a punto estuvo de quedarse fuera de la final de Copa. Sólo la entrada de Messi rescató a tiempo a un Barça, al que antes sostuvo en pie Pinto.

Es normal que Pep haya dado un golpe de timón a su discurso y diga lo que nunca quiso decir. Aunque en realidad no es él quien ha cambiado, sino el escenario en el que se está viendo obligado a actuar. Donde antes todo eran elogios y palmaditas en la espalda, ahora emergen críticas oportunistas y reproches que rozan la estupidez, pues las mismas decisiones que antes eran aplaudidas, ahora son cuestionadas. Lo anormal no es que el Barça haya perdido dos partidos de Liga seguidos, sino que el Madrid haya ganado diez consecutivos. El Barça ha sufrido un pequeño, y puede que hasta lógico, bajón en su juego. Ha dejado de funcionar como equipo y dos malos resultados ligueros, más la mala imagen de ayer en Copa, se lo han recordado. Es lo que tiene supeditar tanto el marcador al juego.

Guardiola, en otro gesto de convicción en su ideario y de que no presiona quien quiere sino quien puede, confió la portería a Pinto, la batuta a Busquets y el 9, a Bojan. Xavi y Messi se quedaron en el banquillo por si las cosas se torcían, mientras que Henry y Etoo se fueron a la grada. La suplencia de Valdés podría haber sido sospechosa si no fuera porque Pinto es el portero habitual de la Copa. En cuanto al resto de novedades, Cáceres repitió y naufragó en el lateral izquierdo, y la mejor noticia fue el regreso de Iniesta.

Manzano mentalizó a su equipo con la idea de que eliminar al Barça era difícil, pero no imposible. El Mallorca salió con la intención de hurgar en la moral de los azulgrana. Su plan era tan sencillo como lógico: marcar lo antes posible para hacer dudar al Barça y, a partir de ahí, aprovecharse de las circunstancias para hincarle el diente.

Los baleares confiaban en la remontada y prueba de ello es que más de uno envió mensajes en los que daban por hecha su presencia en la final.

Golpe psicológico

Tras una primera parte anodina, el golazo de Castro cuando el partido estaba a punto de llegar al descanso despertó a la grada del Ono Estadi, cuyo aspecto no hacía honor a lo que el Mallorca se estaba jugando.

A la vuelta de vestuarios, el gol (bien) anulado a Webó animó aún más a los de Manzano. Un minuto antes, Guardiola había puesto a calentar a Messi y, un minuto después, Cáceres cometió el típico penalti y expulsión en una entrada estrepitosa sobre Castro. Al Mallorca se le ponía todo de cara, pero Pinto adivinó el lanzamiento de Martí, al que le ganó la guerra psicológica con un gesto de chulería.

El partido del Ono Estadi servía para comprobar el fondo de banquillo del que dispone Guardiola. Cáceres sigue desentonando con y sin balón, Sergio Busquets ha dejado de crecer y está muy lejos de Xavi, Hleb no se parece al del Arsenal y a Bojan se le nota falto de minutos. Precisamente fue Bojan quien dejó su puesto a Messi. Antes, Guardiola había recompuesto su equipo dando entrada a Márquez por Iniesta.

Messi enseguida se dejó notar en el partido. El argentino fue objeto de una falta por parte de Josemi que le costó la segunda amarilla y una lesión. Messi no sólo volvió a dejar el partido en igualdad numérica, sino que poco a poco fue recuperando el pulso del Barça. Un error de Ramis tras un despeje de Piqué lo aprovechó el 10 azulgrana para batir a Lux y sentenciar el pase del Barça a la final. Eso sí, sufriendo.

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