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El poético invierno 2010 de Shiatzy Chen y el lujo sin miedo de Vuitton

EFE

El otoño-invierno 2009-2010 termina este jueves de desgranar en París su Prêt-à-Porter, tras una intensa semana de moda en la que Shiatzy Chen brilló hoy con una coloreada propuesta de suntuosas materias primas y osado mestizaje de colores, bordados y formas orientales y occidentales.

Fue una nueva confirmación de que la crisis no conllevará el próximo invierno obligación alguna de vestir de estricto negro ni austeros tejidos y cortes rigurosos, corroborada también hoy por Marc Jacob para Louis Vuitton.

Eso sí, toda mujer deseosa de estar a la última el invierno próximo deberá elevarse bien por encima de su nivel, mediante zapatos y botas de tacón de la máxima altura posible, pues no se vio estos días sobre las pasarelas ni un solo zapato plano.

Shiatzy Chen, igual que Marc Jacobs, lo corroboró en esta última jornada de desfiles: la modista china desde la Escuela de Bellas Artes de París, su colega neoyorquino justo al otro lado del Sena, en una carpa instalada a los efectos en el Patio Cuadrado del Museo del Louvre.

Ambas fueron colecciones de lujo y de color, de principio a fin.

Con Vuitton adornada entre otros detalles de enjundia, como las hombreras muy destacadas para una silueta luego ajustada, por relucientes perlas, a veces de dimensiones considerables; colocadas en la cabeza, los pies, la cintura, el cinturón, y por supuesto, en torno al cuello.

Shiatzy Chen, por su parte, volvió a conquistar a su asistencia con un poético desfile reflejo de su gran pasión por el arte y la poesía.

Sin renunciar a sus orígenes, al contrario, con el claro deseo de realzarlos, la diseñadora china ideó una colección también occidental sobre el tema de la Ruta de la Seda.

Cada modelo fue en sí un pequeño tesoro, por las materias primas empleadas, los bordados que las embellecían aún más y también por la audaz mezcolanza de texturas y colores.

A juzgar por sus osadas reuniones de rojos, naranjas, azules cielo, oros y marrones podría decirse que si Yves Saint Laurent hubiese creado escuela en China, Shiatzy Chen habría sido su principal discípula.

Para su segunda visita a París, la joven modista optó de nuevo por colocar su pasarela en la Escuela de Bellas Artes de París, justo frente al Patio Cuadrado del Louvre, donde Marc Jacobs instaló su bella carpa transparente, de dimensiones mucho más reducidas que la blanca opaca de la temporada pasada. ¿Crisis obliga?

Por lo demás, en materia de tacones la coincidencia fue absoluta entre los modistos de París: el invierno que viene habrá que sufrir para presumir; en todo lo demás cada cual fue a su aire, en colores, formas y materias.

Lo que no impedirá, ciertamente, que el negro y los conjuntos monocolores ocupen un espacio notable.

La regla generalizada también en la Semana de la Moda de París, a la que se sumaron los modistos del día, es que nadie coincidió en materia de peinados, aunque, como marca ya una tradición no escrita, cada cual optó siempre por el mismo, melena melena, o moño moño, todo el tiempo, y así indefinidamente.

De ahí que Shiatzy Chen diese a la raya central y al pelo estrictamente recogido en pequeño moño posterior todo su esplendor.

Mientras, la mujer Vuitton se anunció más bien portadora de moño levemente despeinado, con prominente cardado superior a lo Amy Winehouse, pero sin melena; tocado en ocasiones por una especie de enorme lazo negro, vistoso efecto de pasarela y lejano homenaje a Mickey.

Clonación óptima, en cualquier caso, para evitar que nunca ya una maniquí pueda destacar más que el modelo que porte sobre sus hombros, como ocurría en los años ochenta y noventa del siglo pasado, la era de gloriosas bellezas como Naomi Campbell, Linda Evangelista o Cindy Crawford.

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