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La policía se incauta de un feto tras una denuncia en medio de una campaña antiaborto

EFE

La campaña contra la interrupción voluntaria del embarazo en Italia, que lleva camino de convertirse en un asunto electoral, ha tenido un nuevo capítulo con la intervención de la Policía en un hospital, donde se incautó de un feto tras una denuncia anónima, publican hoy los periódicos.

El suceso ocurrió en el departamento de ginecología y ostetricia de un hospital de Nápoles, en el sur del país, donde se practicaba un aborto a una mujer, después de conocerse que el feto tenía una grave enfermedad.

En concreto, según el diario "La Repubblica", tras la prueba de la amniocentesis se había descubierto que el feto presentaba el "Síndrome de Klinefelter", una anomalía cromosómica que causa hipogonadismo.

El aborto se practicó en la vigésimo primera semana del embarazo, dentro del plazo legal previsto en Italia, que es de veintidós semanas.

Sin embargo, la Policía actuó por orden de la Fiscalía, tras recibir una denuncia anónima sobre la práctica de un aborto ilegal, por lo que se incautó del feto.

De hecho, la Fiscalía de Nápoles ha difundido hoy un comunicado en el que señala que no hay procedimiento penal alguno, pero que el registro "era un acto debido".

"Sólo queríamos asegurarnos de que la ley fuese respetada y había una señalización que indicaba lo contrario", indica la nota.

Para la ministra de Igualdad de Oportunidades del Gobierno en funciones, Barbara Pollastrini, el suceso refleja "el clima que se quiere crear".

Pollastrini se refiere así a la campaña lanzada por Giuliano Ferrara, director de "Il Foglio", periódico de la familia de Silvio Berlusconi, para pedir a la ONU una suspensión de este derecho, y sustentada por los sectores católicos, que cuestionan la ley existente en Italia.

De hecho, Berlusconi acaba de introducir el asunto en el debate electoral.

En unas declaraciones a la revista "Tempi", que llegará mañana a los quioscos, señala que la ONU debe reconocer "el derecho a la vida desde la concepción a la muerte", frase habitualmente utilizada por el Vaticano para condenar el aborto.

La revisión de la ley del aborto es una constante en Italia y ya se la pidió la Iglesia Católica a Berlusconi cuando ganó las elecciones en 2001, sin que finalmente la modificase.

Además, las declaraciones de Berlusconi son ambiguas, ya que también destaca que la norma de su partido es "la libertad de conciencia en estas materias".

De hecho, la esposa de Berlusconi, Verónica Lario, reconoció en una entrevista al "Corriere della Sera" en 2005 que se había sometido a un aborto terapéutico; una decisión que fue tomada de forma conjunta con su marido, al saber que su hijo tendría una grave malformación.

La campaña antiabortista, con su episodio en el hospital de Nápoles, ha implicado a todos los sectores de la sociedad italiana y, así, hoy ha sido definida como "una caza de brujas" por la asociación de consumidores Federconsumatori.

"Es un suceso gravísimo que refleja el clima de tensión en nuestro país frente a una ofensiva cultural que tiene como objetivo los valores de la responsabilidad y de la libertad femenina y la puesta en discusión del principio del laicismo del Estado", señaló en un comunicado.

Además, el registro policial en el hospital de Nápoles se ha visto como un paso intimidatorio, dentro de esa campaña antiabortista.

"Las consecuencias de la irrupción se harán sentir de forma pesada y prejuzgan incluso la relación entre las instituciones, los ciudadanos y los especialistas", ha declarado uno de los médicos del hospital en el que se hizo la intervención.

Mientras, desde el centroizquierda se intenta frenar esa campaña contra el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo.

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