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El PP retoma la crispación para intentar neutralizar la Gürtel

El equipo de Mariano Rajoy rompe con la línea de moderación salida del Congreso de Valencia

YOLANDA GONZÁLEZ

El diccionario político al que ha recurrido el partido de Mariano Rajoy en las últimas semanas ha estado dominado por las palabras inquisición, persecución, dictadura, conspiración, estado policial... El secretario general del PP valenciano, Ricardo Costa, imputado en su día en la trama Gürtel, resumió ayer esta colección de términos con un concepto más contudente: 'Complot de Estado'.

Todas estas acusaciones tienen un único objetivo, el Gobierno, y están personalizadas en José Luis Rodríguez Zapatero. Se trata de un discurso que recuerda a los peores momentos de la pasada legislatura.

Para el PP, su actual estrategia entra dentro de la lógica: 'No vamos a permitir que el Gobierno venda la idea de que somos un partido plagado de corruptos', explica un alto dirigente. 'El vaso se ha colmado. No estamos dispuestos a que el Gobierno tape la crisis económica vertiendo acusaciones falsas contra nosotros', añade un diputado.

Mientras, desde el PSOE explican la actitud de la oposición en un intento de tapar los últimos escándalos judiciales que les salpican. Se trata de difundir cortinas de humo para que no se hable del caso Gürtel y de la operación Espada en Palma de Mallorca.

La primera muestra de que el PP apostaba por esta estrategia llegó el 4 de agosto en boca de María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, cuando lamentó que el Gobierno utilizase a la Fiscalía para 'perseguir' a su partido en lugar de 'perseguir a ETA'.

Sus palabras se producían como reacción al anuncio de la vicepresidenta del Gobierno de que el Minsiterio Público tenía previsto recurrir el archivo de la causa contra Francisco Camps. Y provocaban tal enfado en los socialistas, que salieron a recordar que 'con la lucha contra ETA ni se juega ni se frivoliza'.

Y es que la supuesta rendición del Gobierno ante la banda fue una de las acusaciones más sonoras que los conservadores vertieron contra Zapatero en la pasada legislatura. Las caras más activas de estas críticas fueron Ángel Acebes, por entonces secretario general, y Eduardo Zaplana, portavoz del PP en el Congreso.

Con la nueva etapa que arrancó en el PP tras el XVI Congreso Nacional celebrado en Valencia, el partido de Rajoy parecía haberse propuesto ablandar el discurso de la etapa anterior. No en vano, realizó una remodelación en el núcleo duro del partido que produjo la marcha de Zaplana y Acebes y el ascenso de rostros menos vinculados con el pasado como el de María Dolores de Cospedal o Soraya Sáenz de Santamaría.

A las declaraciones de Cospedal, se sumó dos días después otra perla que sacó de sus casillas a jueces, fiscales y policías. En una entrevista concedida a la agencia Efe, Cospedal acusaba al Gobierno de utilizar todas las herramientas del Estado de Derecho para perseguir al PP y aseguraba que el Gobierno estaba detrás de pinchazos telefónicos a altos cargos de su partido. Una acusación que hasta el día de hoy no ha sido probada y a la que se han ido sumando casi a diario los dirigentes del partido.

Mariano Rajoy tardó cinco días en dar la cara, y cuando lo hizo el pasado martes no se desvió de las palabras de su número dos. Es más, dijo 'compartir todo' lo que había denunciado De Cospedal y acusó a Zapatero de ser el'inquisidor del siglo XXI'.

Un ejemplo claro del PP por mantener la tensión se vivió el pasado miércoles. A primera hora de la mañana, Javier Arenas, vicesecretario de Política Autonómica y Local, respaldaba en la Cope las palabras de su jefe del día anterior. Sus declararaciones pasaron completamente desapercibidas. Desde el Gobierno se había barajado ese día responder a la escalada diaria de acusaciones del PP. Pero se optó por no hacerlo.

La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, que ese día acudió a un acto público a Coslada, frustró la expectación de las decenas de periodistas que se acercaron a la localidad madrileña y no abrió la boca.

Ante la ausencia de tensión, el PP contraatacó. A las 13.30 horas difundió un vídeo protagonizado por Arenas en el que se acentuaba el tono de las críticas: 'Solamente en las dictaduras, en los regímenes no democráticos se persigue a la oposición con policías y fiscales'.

Se trata de declaraciones similares a las vertidas por el PP en la pasada legislatura. Esta vez, a cuenta de las negociaciones en torno al Estatut. Era la época del 'España se rompe' y en la que Zapatero, según declaraciones de Eduardo Zaplana, demostraba 'una gran deslealtad con España'. 'Nuestro modelo de nación se enfrenta al momento más delicado de nuestra reciente historia', añadía.

Estas acusaciones al Gobierno de 'atentado contra la democracia' también salieron de las filas del PP en los años 1995 y 1996, otra etapa de delicadas relaciones entre PP y PSOE con el caso GAL como telón de fondo.

Con la actual estrategia de dura confrontación, el líder del PP, que en ocasiones ha sido criticado en algunos sectores de su propio partido por hacer una oposición 'blanda', promete un otoño políticocaliente.

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