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El presidente Ramos Horta resultó herido grave en una intentona golpista

EFE

El presidente de Timor Oriental, José Ramos Horta, fue herido hoy por disparos en un ataque de un grupo de militares renegados que intentaron dar un golpe de Estado y asesinar también al primer ministro, Xanana Gusmao, quien salió ileso y declaró el estado de excepción.

Los ataques contra los dos máximos dirigentes del país fueron ejecutados por militares rebeldes encabezados por el ex comandante Alfredo Reinado, quien fue muerto a tiros por los escoltas del presidente y Nobel de la Paz de 58 años.

Gusmao declaró el estado de excepción durante 48 horas con toque de queda, después de asegurar que la situación estaba bajo control.

"A pesar de que Estado ha sido atacado por un grupo armado y de que el presidente ha sido herido, el Estado está bajo control y la situación evoluciona con normalidad", aseguró el primer ministro.

Ramos Horta fue operado de urgencia en la capital timorense y trasladado pocas horas después en un avión ambulancia al hospital Real de la ciudad australiana de Darwin.

"Está en estado crítico y necesita respiración asistida y ayuda para mantener el cuerpo funcionando", señaló Peter Murphy, portavoz de CareFlight, organización dedicada a la evacuación médica y que trasladó a Ramos Horta a Darwin.

Tras el primer examen médico del presidente, el director del hospital, Len Notaras, dijo a la prensa que "confío en que tendrá una recuperación completa"

El ataque contra Ramos Horta, que fue alcanzado en el estómago por un disparo, se produjo a primeras horas de la mañana cuando hacía ejercicio físico junto a su domicilio en Dili.

En el tiroteo con los rebeldes, que viajaban en dos vehículos, además de Reinado murieron un soldado rebelde y uno de los escoltas que salieron en defensa del presidente, quien recibió un segundo balazo en un brazo.

Apenas una hora después del primer ataque, Gusmao escapó ileso de la emboscada perpetrada cerca de la residencia de Ramos Horta por un grupo de renegados que ametralló su caravana de vehículos oficiales.

"El Estado ha sido atacado. Considero este incidente un intento golpista contra el Estado por parte de Reinado, y ha fallado", dijo Gusmao a la prensa tras mantener una reunión de urgencia con sus asesores y funcionarios de Naciones Unidas.

Gusmao añadió que los ataques habían sido planeados y perseguían "paralizar al Gobierno y fomentar la inestabilidad".

Australia anunció el envió de otros 200 soldados de refuerzo y medio centenar de policías para apoyar al contingente de 800 efectivos allí desplegados.

"Ellos han pedido ayuda y nosotros se la vamos a dar", declaró en Camberra el primer ministro australiano, Kevin Rudd.

También Nueva Zelanda, con 200 soldados y policías en Timor Oriental, se comprometió a preparar un contingente que partirá hacia Dili en el caso de que se requieran refuerzos, anunció el ministro neozelandés de Defensa, Phil Goff.

Tras los ataques, las fuerzas de Naciones Unidas acordonaron los edificios públicos y las residencias de los miembros del Gobierno, y establecieron controles de seguridad en los accesos a la capital.

Australia y Nueva Zelanda lideran junto a Naciones Unidas la fuerza multinacional de paz creada tras la ola de violencia desatada a mediados de 2006, que causó 37 muertos y más de 100.000 desplazados y situó al país al borde de la guerra civil.

La tensión en la antigua colonia portuguesa resurgió este mes cuando los leales del ex comandante Reinado dispararon a un pelotón de soldados australianos que patrullaba las inmediaciones de Dili.

En aquella ocasión, la crisis también obligó al despliegue de una fuerza multinacional de mantenimiento de paz liderada por la ONU y Australia y provocó la dimisión del entonces primer ministro, Mari Alkatiri.

La violencia comenzó tras la expulsión del Ejército de 599 militares rebeldes encabezados por Reinado, que denunciaron corrupción y nepotismo en el seno del cuerpo.

Alkatiri, actual secretario general del antes gobernante Frente Revolucionario de Timor Oriental Independiente (Fretilin), condenó los atentados contra sus dos principales adversarios políticos y criticó a Naciones Unidas por los fallos de seguridad.

Gusmao se reunió el pasado noviembre con representantes de los renegados, aunque tras las conversaciones Reinado y sus correligionarios amenazaron con entrar en la capital si no había un acuerdo antes de final de año.

En enero, el Tribunal Supremo aplazó hasta el 4 de marzo la primera vista del juicio contra Reinado y 17 seguidores acusados de homicidio y de insurrección.

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