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PSOE y Podemos, condenados a entenderse tras los últimos sondeos electorales

MANUEL SÁNCHEZ

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no se cansa de decir que nunca pactará con 'populares ni populistas'. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha construido buena parte de su discurso tildando de 'casta' tanto al PP como al PSOE y no queriendo saber nada de ninguno de los dos partidos. Sin embargo, quieran o no quieran, PSOE y Podemos parece que están condenados a entenderse de alguna manera tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo.

El principal motivo es que según varios sondeos que se han hecho públicos en las últimas semanas, muchos de ellos en prensa regional, en casi todas las comunidades autónomas donde se celebran elecciones —un total de trece— el Partido Popular no logra o pierde la mayoría absoluta que, actualmente, tiene en ocho regiones: Cantabria, Madrid, Castilla-La Mancha, Castilla y León, La Rioja, Comunidad Valenciana, Murcia y Baleares.

Este posible escenario político deja muy abierta la formación de los gobiernos autonómicos tras las elecciones y, en ese nuevo campo de juego, PSOE y Podemos tendrán que definirse y tomar importantes decisiones políticas porque, en muchos casos, ambos partidos sí sumarían mayoría absoluta para gobernar. Y hay, al menos, tres posibilidades en las que sendas formaciones se verán obligadas a retratarse políticamente y, a buen seguro, les traerá consecuencias internas

La primera posibilidad podría darse, por ejemplo, en Extremadura. Según el último sondeo del diario Hoy, el PSOE sería el partido más votado sin llegar a la mayoría absoluta, quedando como segunda fuerza el PP, y Podemos entraría en el Parlamento regional con una importante representación.

De la postura de Podemos, en este escenario, no sólo dependerá el Gobierno de la región, sino su estabilidad. La lógica indica que aquí puede imponerse la fórmula de dejar gobernar al partido más votado y mantener una actitud pasiva. Pero, cuando lleguen los Presupuestos, habrá que tomar alguna decisión más que lavarse las manos o la legislatura puede estar condenada al fracaso en poco tiempo.

La segunda posibilidad es más compleja, y un ejemplo puede ser Castilla-La Mancha. Los últimos sondeos dan la victoria a María Dolores de Cospedal, pero sin la mayoría absoluta que ahora tiene, y también contemplan la entrada de Podemos en las Cortes castellano-manchegas, rompiendo así una cámara bipartidista desde hace lustros.

¿Deja entonces Podemos aquí gobernar al PP? ¿Se sienta a negociar con el PSOE, al menos, la investidura de su candidato aunque luego no gobiernen juntos? ¿Daría estabilidad? ¿Admitiría un Ejecutivo conjunto?

Pero estas mismas preguntas se podrían formular al PSOE si en la Comunidad de Madrid, como apuntan algunos estudios sociológicos, Podemos se convierte en la segunda fuerza política por detrás del Partido Popular y por delante de los socialista. Si la llave para decir quién gobierna en Madrid está en el partido de Pedro Sánchez, ¿qué decisión tomará?

Fuentes de la dirección del PSOE aseguran que el líder socialista mantendrá su palabra y no pactará tras las elecciones de mayo ni con 'populares ni populistas'. Se limitarán a presentar sus candidatos y ver qué posición adopta Podemos en la investidura. El PSOE se mantiene en esta posición convencido de que en los casos donde el PP no obtenga mayoría absoluta, serán ellos la segunda fuerza política. No contemplan el sorpasso de Podemos ni en Madrid.

Por ello, creen que con esta postura dejan la pelota en el tejado del partido de Pablo Iglesias, que debe decidir si con su abstención deja volver a gobernar al Partido Popular. No obstante, esta decisión tan tajante de la dirección federal del PSOE no es compartida por algunos barones regionales que apuestan por el diálogo, explorar posibilidades y poder llegar a acuerdos programáticos o de gobierno 'razonables' con Podemos. Aquí pueden surgir importantes fricciones internas entre los socialistas.

Pero otro factor muy importante que condicionará la conformación de los gobiernos autonómicos tras las elecciones es la cercanía de las elecciones generales, que previsiblemente se convocarán en octubre o noviembre.

El PSOE teme, en unos hipotéticos acuerdos con Podemos, dejarle el discurso al PP de que se han echado al monte y que pactan con un partido radical, perdiendo el voto de centro. Y tampoco es difícil deducir que el discurso de la 'casta' de Podemos podría hundirse si negocian con los socialistas la formación de gobiernos.

Por ello, no es descartable que todos estos planteamientos se afronten en una segunda fase, a principios de 2016, condicionados por el resultado de las elecciones generales, donde también es previsible que pueda darse alguno de estos escenarios políticos.

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