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El pueblo que restauró su tierra

Un viejo monasterio comprado por suscripción popular es hoy una reserva natural

MARTA DEL AMO

En 1810, un grupo de monjes trapenses abandonó Francia huyendo de la revolución. El peregrinaje de los clérigos concluyó cuando hallaron un recóndito paraje cuyo difícil acceso y maravilloso entorno les proveerían del silencio y la tranquilidad que anhelaban. Al sur de la sierra de Tramontana, en el municipio de Andratx de la isla de Mallorca, los monjes levantaron un pequeño monasterio donde pasar el resto de sus días.

Lo que los monjes no imaginaban es que 170 años después, en 1980, los habitantes del municipio encabezarían una contienda para evitar la urbanización de la zona. Los lugareños consiguieron preservar la zona que posteriormente sería declarada Zona de Especial Protección para las Aves y Lugar de Interés Comunitario por su gran biodiversidad y belleza paisajística. Así, La Trapa se convirtió en el segundo ejemplo español de espacio adquirido por suscripción popular.

La zona se considera un observatorio privilegiado de flora y fauna. En su extensión pueden contemplarse 16 variedades de plantas endémicas y 14 tipos de orquídeas, así como unas 80 especies de aves.

En 1994, un incendio provocado por una quema ilegal de rastrojos asoló gran parte de este territorio, destruyendo una importante cantidad de la flora, hábitat de sus singulares especies faunísticas. Desde entonces, el Grupo Ornitológico Balear (GOB) luchó por obtener financiación para restaurar la zona y devolverle su antiguo esplendor. Tras más de una década, el GOB finalmente logró su objetivo y en abril de 2008 firmó un acuerdo con la Fundación Banco Santander para sufragar un proyecto de recuperación del patrimonio natural y cultural de La Trapa. 'Tras el incendio, realizar una recuperación de la zona se convirtió en un objetivo prioritario para no perder este singular entorno, ni las especies que habitan en él', afirma el responsable de la Reserva Biológica de La Trapa, Joan Juan Breech.

Los casi 50.000 euros otorgados al GOB han servido para realizar una restauración basada en tres líneas de actuación: forestal, hídrica y arquitectónica. Los ecologistas mostraron esta semana los frutos del trabajo de más de un año y afirmaron que el esfuerzo 'ya está dando resultados', puesto que ciertas especies de aves que abandonaron la zona al quemarse los árboles que les proporcionaban alimento 'están volviendo a La Trapa'. 'Este ha sido un gran avance, pero aún queda mucho por hacer', afirmó la integrante del GOB, Cécile Parra.

La Trapa actúa no sólo como centro de recuperación natural, sino también social. Según explicaron sus responsables, los jóvenes que deben realizar trabajos para la comunidad por decisión judicial pueden desempeñarlos en la Reserva, ayudando a restaurarla.

Así, La Trapa se va recuperando, los árboles crecen con el viento de tramontana y las aves vuelven a lo que una vez fuera su hogar, que ahora renace de sus cenizas.

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