Público
Público

Puig pacta con Romeu para frenar a Alarte

El PSOE valenciano, dividido en dos bloques, elige hoy a su secretario general en su congreso regional

G. LÓPEZ ALBA/ B. TOLEDO

Joaquim Ximo Puig y Francesc Romeu sellaron ayer una alianza, con el acompañamiento de Vicent Garcés, de Izquierda Socialista, para intentar frenar la carrera de Jorge Alarte hacia el liderazgo del PSOE valenciano, que se dilucidará hoy entre Puig y Alarte.

El pacto tiene un perfil contra natura porque Romeu, al igual que Alarte, había enarbolado la bandera del cambio generacional frente al marchamo de continuidad del que no ha logrado desembarazarse Puig. Al no haber conseguido reunir el número requerido de avales para formalizar su propia candidatura, pero con apoyos suficientes para “hacerse valer”, el director de la escuela Jaime Vera entabló negociaciones con los dos finalistas.

Ante las diferencias, de marcado acento personal, que imposibilitaron su entendimiento con el alcalde de Alaquàs, Romeu aceptó la oferta de Puig para formar un tándem. De prosperar su opción, el alcalde de Morella y actual portavoz adjunto en las Cortes valencianas será el secretario general y portavoz parlamentario; Romeu, el vicesecretario y candidato a la presidencia del Gobierno autonómico.

El acuerdo fue anunciado al alimón por sus protagonistas poco antes de cerrarse el plazo para presentar las candidaturas, con un coro perfectamente orquestado de partidarios, que tomaron la sala de prensa con aplausos y gritos, en un intento de escenificar su fuerza.

Apuntando a Leire Pajín

Puig intenta presentarse así como el artífice de la integración y, en sus propias palabras, de “un pacto de generaciones”. Además, Romeu procuró desgastar a Alarte con la insinuación de que su liderazgo estaría tutelado por la secretaria federal de Organización, Leire Pajín, lo que hizo al presentar su tándem con Puig como “una solución valenciana al socialismo valenciano”.

Alarte confía en que la operación produzca un efecto contrario al buscado por sus promotores y que, lejos de sumar votos, propicie un desplazamiento a su favor de los delegados que apuestan por “el cambio sin pasteleos”.

La pelea se ha producido delegado a delegado. Ejemplo de que los dos bloques no son compactos es que delegados de Izquierda Socialista han avalado la candidatura de Alarte, pese a que el principal referente de la corriente apuesta por Puig-Romeu.

El congreso comenzó con una victoria de Alarte, que no pasa de ser simbólica, pero que suele ser indicativa: sus partidarios coparon la mayoría de los puestos en la mesa que dirige el cónclave. Esta ventaja de partida la confirmó posteriormente al presentar 263 avales a su candidatura, solo 12 menos que los votos que precisa para ganar el congreso. Puig aun después de haber sumado el apoyo de Romeu, sólo pudo presentar 150 avales.

Este pacto desbarató la expectativa de la dirección federal de que, al final, pudiera haber un único candidato.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias