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El rap de West y el soul de Winehouse sonaron en las fiestas posteriores a los Grammy

EFE

Hollywood amanece hoy con los ecos del rap de Kanye West y el soul de Amy Winehouse, dos de los protagonistas de la 50 edición de los Grammys y cuyas notas continuaron sonando en las fiestas posteriores a la gala.

Los Grammy siempre se han caracterizado por ser la respuesta de la industria musical frente a los Óscar, la gran ceremonia del mundo del cine.

Pero ambas tienen un denominador común, y es que las celebraciones posteriores a la ceremonia se alargan hasta horas intempestivas en las principales salas de la ciudad.

El principal evento lo organizó el rapero de Chicago, aunque su fiesta no tuvo nada que ver con la que montó hace dos años, repleta de bebida, con música hasta el amanecer, más de 3.000 invitados, incluidas mujeres bailando en bikini.

Este año la diferencia residía en la ausencia de su madre, Donda, fallecida en noviembre por complicaciones en una operación de cirugía estética.

Por eso, la recepción que convocó en el club STK de West Hollywood fue en memoria de Donda y, aunque el joven artista se retiró pasada la medianoche, a la velada acudieron numerosas celebridades con ganas de felicitar a West por sus cuatro galardones.

"Este es un nuevo día, una nueva era y un nuevo yo", exclamó West a su público, entre los que se encontraba su padre. Instantes después, presentó su nuevo videoclip, "Flashing Lights", dirigido por Spike Jonze.

Entre los invitados se encontraban Beyonce Knowles, quien compartió risas y confidencias con Michelle Williams, su antigua compañera en el grupo Destiny's Child, y con su pareja Jay-Z.

También acudieron el cantante de R&B Usher, el productor Quincy Jones, las cantantes Rihanna, Janet Jackson y su novio Jermaine Dupri, la popular Nicole Richie, la tenista Serena Williams e incluso el actor Owen Wilson, quien apenas acude a actos públicos tras su intento de suicidio en agosto.

Otros, alrededor de 600, optaron por acudir a la fiesta organizada en el Centro de Convenciones de Los Ángeles, en donde el catering fue servido por el popular chef Wolfgang Puck.

"La gente no va a quedarse con hambre cuando termine", aseguró el cocinero al canal de televisión CBS, quien pensó que unos fideos mandarines y unos filetes de ternera a la plancha con verduras repondrían las fuerzas de los invitados.

Para abrir el apetito, pequeños aperitivos basados en la cocina italiana, tailandesa y latina, y como postre, diferentes dulces trufados con chocolate y con las formas de iconos relacionados con los Grammy.

Los organizadores del evento aseguran que fue necesaria la presencia de 450 cocineros y de 800 camareros, además de dos meses para planificar el menú definitivo y cinco días para preparar los alimentos.

Otra fiesta destacada fue la convocada por Sony BMG en el hotel Beverly Hills, a la que acudieron Aretha Franklin, Carrie Underwood o John Mayer, entre otros.

La "Reina del Soul", entre canapés y pequeñas hamburguesas, siguió el ritmo de una banda que se dedicaba a versionar las canciones de los ganadores y se animó a cantar "Rehab", de Winehouse, y "Crazy in Love", de Beyonce.

A otra gran reunión, la de la Warner, celebrada en una antigua catedral en el centro de Los Ángeles, asistieron Kid Rock y la ex modelo Cindy Crawford, entre otros.

La duda permanece respecto a cómo lo celebraría la gran triunfadora de la noche, la británica Amy Winehouse, aunque a algunos se les haya atragantado tanto galardón hacia la polémica artista.

"No creo que se lo merezca", dijo Natalie Cole, según recoge el portal de la cadena FOX. "Creo que primero debe ordenar su vida y que los premios lleguen después", dijo en alusión a Winehouse, cuyos problemas con las drogas son de sobra conocidos.

La cantante estadounidense se quejó de que la lección que se llevan los jóvenes es que pueden ser recompensados por su mal comportamiento.

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