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Redford dice que en su época "el cine comercial cuidaba más el contenido humano"

EFE

En 1980, Robert Redford decidió que el cine ya no contaba lo que a él le gustaba ver y decidió iniciar una oscarizada carrera como director y crear el Festival de Cine Independiente de Sundance. "En mi época, el cine comercial cuidaba mucho más el contenido humano", explicó hoy en Cannes.

Redford acudió a la feria audiovisual Mipcom a celebrar el primer aniversario del Sundance Channel en Francia y Bélgica, y a anunciar su ampliación a Polonia y Asia. Pero fue inevitable que el inolvidable protagonista de "Memorias de África" hablara de mucho más que eso.

Volvía a Cannes después de haber presentado como actor, en 1972, "Las aventuras de Jeremiah Johnson" y, en 1988, "Un lugar llamado milagro", su vuelta a la dirección tras el Óscar por "Gente corriente". Pero había estado allí también antes de ser una estrella, durmiendo en uno de los muelles que ahora están atiborrados de material publicitario televisivo.

"Miré al hotel Carlton -donde hoy justamente compareció ante los medios- y me dije: '¿Cómo debe ser en alojarse allí y estar rodeado de esa gente?'", narró ante una audiencia absorta ante el encanto remanente de uno de los más legendarios galanes de Hollywood.

"Dieciséis años después estaba allí, con mi esmoquin y con camareros entrando y saliendo con bandejas de caviar. Estaba deslumbrado por tanta opulencia, cuando miré por el balcón y vi otra vez el muelle y me dije: 'Parece que las cosas han mejorado'", prosiguió.

Hoy Robert Redford sigue siendo un ejemplo a seguir en cuestión de combinación de fama y vida privada, de cine de autor con olimpo hollywoodiense. "Tuve la gran suerte de protagonizar películas como 'El Gran Gatsby' o 'Dos hombres y un destino', que eran cine de gran estudio pero con una amplia carga humana", aseguró.

Precisamente, del título original de esta cinta ("Butch Cassidy and the Sundance Kid") surgió la idea de crear la que fuera cuna del cine independiente más influyente primero para Estados Unidos, pero más tarde para cualquier nacionalidad.

En una pequeña ciudad del estado de Utah, Park City, Robert Redford propulsó la modesta idea de "aunar naturaleza y arte" en pleno invierno y, asimismo, "crear oportunidades para la gente que estaba empezando, porque no había sitio para el cine independiente", aseguró. "Nunca pensé que tendría tanto éxito", añadió.

En 1983 arrancó la primera edición, pero en los años noventa fue "bautizando" talentos posteriormente tan relevantes y universales como los de Quentin Tarantino, los hermanos Coen, Paul Thomas Anderson o Steven Soderbergh. Todos con el protagonista de "El golpe" y "Descalzos en el parque" como padrino de lujo.

"De repente se convirtió en algo difícil de controlar. Mucha expectación durante diez días en un pueblo muy pequeño, incluso se empezó a convertir en negocio. Cuando no era rentable, tenía más libertad, pero no creo que sea malo llegar hasta donde hemos llegado", confesó con sinceridad.

En Cannes reconoció que Sundance ya no es tan necesario como en el momento de su fundación. "Antes éramos el único dedicado al cine independiente. Ahora hay un festival en cada ciudad del mundo. De hecho, creo que hay demasiados festivales de cine. Se ha convertido en una especie de moda".

Pero, para seguir teniendo su razón de ser, Sundance ha ido abriéndose a otros géneros, como el documental, a otros formatos como el cortometraje, y, por lo que está en el Mipcom: a otras vías de difusión de su contenido, como el Sundance Channel, que en Francia emite series como "Mad Men", razón por la cual Jon Hamm y Elisabeth Moss acompañaron a Redford en Cannes.

Pero, ante tanta faceta desplegada con brillantez, ¿qué ha quedado del Robert Redford actor? "Mucha gente, por desgracia, piensa que he dejado de actuar. Pero, para mí, es lo más satisfactorio, porque puedes llevar tus propios sentimientos a la pantalla. Como director estás pendiente de tantas cosas, que no es lo mismo".

Y, de hecho, anunció que volverá al cine sólo como actor, aunque no desveló más. "Lo siento, pero sigo siendo supersticioso", concluyó.

Mateo Sancho Cardiel

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