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El regreso al pasado de un grupo del futuro

Wilco se olvida de los experimentos y consagra su nuevo disco al rock clásico

JESÚS MIGUEL MARCOS

A Jeff Tweedy, cantante de Wilco, no le gusta hablar de su música. 'No puedes pedirme que haga el trabajo de un crítico de rock', responde desde Denver cuando se le pregunta si hay algún tipo de conexión entre las canciones de Wilco (the album), el redundante título de su nuevo disco. Él dice que hace música. Y punto. Pero añade: 'Y claro que hay una conexión entre las canciones. No las hubiera puesto en el mismo disco si no me sonaran bien juntas'. Y se ríe, socarrón.

Ahora resulta que Wilco, la última revolución en el mundo del rock americano, hace discos con el único objetivo de pasárselo bien. Por eso, a Tweedy le sobran los discursos y las explicaciones. Sin embargo, no siempre fue así. A principios de esta década, al grupo se le agotó el cemento country-rock con el que había forjado sus tres primeros discos y se reinventó con Yankee hotel foxtrot. Se trataba de un trabajo de orfebrería rock, construido milímetro a milímetro en el estudio, donde desechaban lo obvio y mordían sólo lo esencial. En aquel momento, Tweedy no tenía inconveniente en mencionar palabras como 'deconstrucción' o 'búsqueda' cuando hablaba de su música. Ahora, quizás espoleado por parte de la crítica musical, que desconfió de su anterior disco, Sky blue sky, es bastante más huraño.

Su nuevo disco se grabó en Nueva Zelanda, donde tres miembros de grupo el bajista John Stirratt, el batería Glenn Kotche y, claro, el propio Tweedy habían acudido para participar en un disco benéfico de Neil Finn, cantante de Crowded House. Se sintieron tan cómodos en aquel ambiente que se quedaron diez días más. 'Ha sido muy relajado. Hemos trabajado mucho en muy poco tiempo, pero de forma muy cómoda. Lo mejor es que podíamos estar totalmente concentrados en la grabación', explica Tweedy. Los otros tres miembros del grupo se quedaron a cuadros cuando se encontraron con el disco casi terminado.

'Hicieron grabaciones adicionales en Chicago, el disco está plagado de ellas. Empezamos grabando pistas muy básicas y a partir de ahí fuimos añadiendo instrumentos. El proceso es totalmente distinto a Sky blue sky, así que el resultado también lo es', sentencia Tweedy.

Wilco (the album) es menos complejo que Sky blue sky y suena más clásico todavía. Ni siquiera la estridente Bullblack nova, la canción menos convencional del álbum, está a la altura de sus temas de corte más arriesgado. Se sigue percibiendo, cada vez más, la influencia del soul. Si en Sky blue sky entregaban la exquisita I hate it here, aquí convence en You never know.

'Me encanta la música soul, la escucho mucho en mi vida, por lo que es normal que se note en mi música, pero no hago canciones soul de forma intencionada', dice el músico de Chicago.

Las letras vuelven a indagar, con brillo y puntería, en la complicada naturaleza humana. 'Los seres humanos deberían pensar más sobre las cosas que saben y menos sobre las cosas que no pueden saber, como por ejemplo cuándo vamos a morir'. Palabra de Tweedy.

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