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Rochette, puro equilibrio emocional en patinaje artístico

Reuters

Joannie Rochette casi no dejó ver la crisis emocional por la que atraviesa al deslizarse con elegancia en el patinaje artístico para lograr una medalla de bronce, asombrando al mundo con su esfuerzo y entereza tras la muerte de su madre.

Competir cuatro días después del fallecimiento de la mujer a la que describió como "mi mayor admiradora y mi mejor amiga", la canadiense lanzó un beso al cielo al final de su ejercicio.

Rochette, de 24 años, rompió a llorar después del programa corto del martes, pero puso su mejor cara para conseguir el tercer lugar después del patinaje libre del jueves. Luego, mientras esperaba su puntuación, le dijo a su madre que la quería.

"No me veo como una heroína. Cuando entré en el hielo sabía que tenía que estar lo más fría posible. Me temblaban las piernas, pero mi madre estaba allí conmigo, me dio la fuerza", dijo una emocionada Rochette a periodistas.

"Necesitaba estar en un estado (...) donde fuera Joannie la deportista y no Joannie la persona. Temblaba, pero sabía que iba a dejar todo en el hielo (...) Estoy muy contenta de haberlo hecho", agregó.

Rochette luchó por mantenerse serena rodeada de una multitud de reporteros.

"Con todo lo que había ocurrido no tenía la suficiente fuerza para ir (a competir). No tenía más dentro de mí, pero mi mamá me estaba animando", dijo con voz quebrada y lágrimas en los ojos.

"Hubo momentos en que sólo quería irme a casa, estar con mi familia y cuidar a mi papá", agregó.

La surcoreana Kim Yuna deslumbró para llevarse el oro en la prueba, mientras que la japonesa Mao Asada logró la plata, pero fue el aplomo de una Rochette vestida de color turquesa lo que ganó muchos corazones.

Sólo cuando recibió la medalla de bronce, Rochette se mordió los labios y luchó por contener las lágrimas, pero se recuperó para aplaudir a sus rivales y colocó una bandera canadiense sobre sus hombros.

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