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Rouse, un cambio de estilo drástico en la gestión de la Casa Blanca

EFE

Al nombrar como nuevo jefe de Gabinete de la Casa Blanca al hasta ahora asesor Peter Rouse, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, optó por un cambio de estilo radical en ese cargo.

Obama anunció hoy en un acto en la sala Este de la Casa Blanca la marcha del actual jefe de Gabinete, Rahm Emanuel, y su sustitución, de modo interino, por Rouse.

"En el ala Oeste de la Casa Blanca el lema es 'deja que Pete lo arregle'", afirmó el presidente, al presentar a su nueva "mano derecha".

Entre los dos jefes de Gabinete no podría haber más diferencias. "Los dos tienen estilos ligeramente distintos", bromeó hoy Obama.

Donde Rahm Emanuel, de ascendencia israelí, es polémico, carismático e impetuoso, Rouse, de madre japonesa, es taciturno, discreto y prefiere solucionar los problemas sin alharacas.

Emanuel es un asiduo cortejador de la prensa, mientras que Rouse apenas ha concedido entrevistas en su vida y prefiere operar detrás de las bambalinas.

El jefe de Gabinete saliente es una de las figuras más detestadas por la oposición. El entrante, de carácter conciliador pero firme, goza del respeto tanto de demócratas como republicanos.

Ambos comparten, sin embargo, un conocimiento exhaustivo de los entresijos del mundo político en Washington. En el Capitolio, Rouse era conocido, de hecho, como el "senador número 101", debido a su dominio de los procedimientos legislativos.

Trabajador incansable -en la Casa Blanca se bromea con que "Pete llega a las cinco de la mañana y se marcha a las cinco de la mañana del día siguiente"-, cuenta con el aprecio unánime del personal de la Casa Blanca, en especial de los funcionarios más jóvenes, más susceptibles a sentirse intimidados por Emanuel.

Su lealtad a Obama es legendaria. Ha estado con el presidente desde la llegada de éste a Washington como senador y ha permanecido junto a él en cada paso.

Nacido en 1946, este graduado de Harvard y de la London School of Economics empezó a trabajar en el Capitolio en 1973, apenas tres años después de concluir sus estudios.

Desde entonces, se ha hecho con una larga cartera de amigos y favores, entre los que se cuentan sus ex jefes Dick Durbin, el actual "número dos" demócrata en el Senado, y Tom Daschle, con quien trabajó durante 18 años, diez de ellos mientras este senador fue el líder demócrata en la cámara alta.

Rouse pasó a trabajar con Obama en 2004, cuando esas elecciones hicieron que Daschle perdiera su escaño de modo inesperado y el actual presidente ganara el suyo por amplia mayoría.

Obama le propuso que pasara a ser el jefe de Gabinete de su oficina y Rouse, tras una primera negativa, aceptó.

El funcionario, tan callado como imprescindible, fue la persona a la que recurrió Obama, cuando trataba de decidir si presentarse a las elecciones presidenciales de 2008, para que le escribiera un informe sobre los pros y los contras de su decisión.

Rouse se encontraba también entre el puñado de personas que, una noche en torno a la mesa de la cocina, ayudaron a Obama a pensar en voz alta si se lanzaba a la campaña o no en el invierno de 2006.

Además de ser uno de sus principales de campaña, fue uno de los presidentes de su equipo de transición, encargado de seleccionar a quienes iban a entrar a formar parte de la Administración Obama.

Su nombramiento como jefe de Gabinete tiene inicialmente carácter temporal. Rouse ha dejado claro que no tiene en principio interés en ocupar el cargo -uno de los más visibles de la Administración y donde el desgaste es más brutal- más que unos pocos meses, mientras se designa a alguien de modo permanente.

Entre quienes podrían sustituirle se conjetura con el jefe de Gabinete del vicepresidente Joe Biden, Ron Klain, o el director de Asuntos Legislativos de la Casa Blanca, Phil Schilliro.

Pero, dada la confianza absoluta que Obama tiene depositada en Rouse, no es descartable que el presidente pida a su colaborador que acepte el puesto de modo permanente.

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