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Saramago deja inacabada una novela sobre el tráfico de armas

EFE

Un libro ha quedado inacabado en el ordenador de José Saramago, una novela sobre el tráfico de armas que había titulado 'Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas', un verso del gran poeta y dramaturgo luso Gil Vicente.

Tras 'Caín', Saramago empezó a escribir esta nueva novela, que empezó muy animado y en la que se atascó porque no acababa de estar satisfecho con el título, y el escritor portugués acostumbraba a tener el título antes de escribir sus novelas.

Le dio muchas vueltas hasta que lo encontró en 'Alabardas, alabardas!, espingardas, espingardas!', un verso del conocido por el sobrenombre del Plauto portugués.

Tanto esfuerzo le costó una pequeña alteración en sus constantes vitales y un susto familiar, pero enseguida se recuperó y, con el título ya decidido, reanudó con ímpetu la escritura de la novela, que, según comentó a sus amigos, se le estaba resistiendo dando más quebraderos de cabeza que las anteriores.

En la mesa baja del salón, junto a su sillón de lectura y escritura, según ha sabido Efe de su entorno familiar, han quedado los últimos libros por los que se ha interesado, como 'A ciegas', de Claudio Magris, que tan sólo hace unos meses fue a visitarlo a su casa de Lanzarote.

También estaban las reseñas que George Steiner publicó en 'The New Yorker', entre 1967 y 1997, libro que recomendaba vivamente a los amigos, y asimismo 'Y la palabra se hizo vida', de Eduardo Barreto Betancort, un libro editado con motivo del 25 aniversario de Cáritas Lanzarote, en el que colaboró el propio Saramago.

Sus últimas lecturas incluían 'La máquina de hacer españoles', del escritor angoleño Valter Hugo Mae, y 'El gran secreto de Jesús', del periodista y escritor español Juan Arias.

Y dos libros muy especiales para Saramago: 'Confesiones del estafador Félix Krull', la última novela escrita por Thomas Mann, que acaba de ser reeditada y que el autor portugués editó hace ya muchos años en su país natal, y la correspondencia que el propio Saramago mantuvo con el también escritor portugués José Rodrigues Miguéis entre 1959 y 1971.

Este libro acaba de ser editado este mismo mes de junio y, cuando el Nobel lo tuvo entre sus manos, comentó a su esposa y traductora, la española Pilar del Río: 'Ahora ya me puedo morir tranquilo'.

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