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Sarkozy aprovecha el referéndum suizo para apoyar el debate de identidad nacional

EFE

El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, aprovechó el reciente referéndum suizo, favorable a prohibir la construcción de minaretes en las mezquitas del país alpino, para apoyar el debate sobre la identidad nacional en Francia.

En una columna publicada hoy en el vespertino "Le Monde", Sarkozy aboga por no "condenar" al pueblo suizo, sino intentar entender lo que ha querido expresar después de que el 57,7 por ciento de los votantes apoyase la tesis de la derecha ultranacionalista de prohibir la construcción de minaretes en las mezquitas.

"Los pueblos europeos son acogedores, tolerantes", escribe el presidente francés, quien matiza que estos "no quieren que su marco de vida, su modo de pensar y sus relaciones sociales sean desnaturalizadas" porque "el sentimiento de pérdida de identidad puede causar un profundo sufrimiento".

Asegura Sarkozy que "la identidad nacional es el antídoto contra el comunitarismo o el tribalismo" y por ello desea que se produzca un gran debate sobre la identidad nacional en Francia.

El controvertido debate sobre "identidad nacional" está en marcha desde el pasado 2 de noviembre, fecha en la que el Gobierno puso en marcha esta iniciativa a través de la que invita a los ciudadanos a reflexionar sobre lo que significa ser francés en la actualidad y cómo integrar mejor a la inmigración.

Deberá concluir el próximo 31 de enero y, unos días después, el 4 de febrero, el ministro de Inmigración, Eric Besson, será el encargado de presentar sus conclusiones.

El mestizaje "no es la negación de las identidades", agrega el jefe de Estado en su columna de "Le Monde", donde resalta que se deben respetar valores como "el reconocimiento, la comprensión y el respeto" de los otros.

Respetar "a los que llegan es permitirles rezar en lugares de culto decentes", escribe el presidente francés, quien dirigiéndose a los musulmanes en Francia asegura que hará "todo para que se sientan ciudadanos como los otros", pero que la práctica de esta religión en Francia requiere que no se dañe el pacto social y los pactos cívicos.

"Cada uno debe saber guardarse de toda ostentación y de toda provocación y, consciente de la suerte que tiene de vivir en una tierra de libertad, debe practicar su culto con la humilde discreción que atestigua no la tibieza de sus convicciones sino el respeto fraternal que no piensan igual y con los que hay que convivir".

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