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Serrat estremece a Madrid con los versos de Miguel Hernández

EFE

Con la emoción a flor de piel y los versos de Miguel Hernández brotando a borbotones de su garganta sexagenaria, Joan Manuel Serrat estremeció de placer y dolor al público que esta noche se dio cita para acompañar al cantautor en el madrileño Teatro de la Zarzuela.

El Noi del Poble Sec atacó el primero de los nueve recitales que ha programado en la capital para presentar su nuevo disco de estudio, "Hijo de la luz y de la sombra", en el que realiza un sentido homenaje al poeta del hambre y la miseria en el centenario de su nacimiento.

"Me llamo barro, aunque Miguel me llamo/ barro es mi profesión y mi destino...", declamó Serrat entre bambalinas, a modo de saludo inicial, mientras su banda de acompañamiento se apresuraba a ocupar el escenario.

Sonaron las notas de "Tres heridas", una de las piezas que conformaron el primer álbum dedicado por Serrat a Miguel Hernández, allá por 1972, y el protagonista de la velada hizo su aparición en escena entre el alborozo indisimulado de los 1.200 espectadores que abarrotaban el patio de butacas.

"¡Ya estamos aquí!", exclamó Serrat con picardía, como si la cosa no fuera con él, en un intento vano de restar trascendencia al cariño y respeto que le tributa la audiencia madrileña cada vez que pisa La Villa y Corte.

"Bienvenidos a este espectáculo, un concierto monográfico que recorre la poesía de Miguel Hernández. Es bueno y necesario advertir lo de 'monográfico' para que nadie se lleve a engaño, porque este concierto no admite otro tipo de canciones. Supongo que todos lo entienden", advirtió el artista.

El público ya venía avisado de la singularidad del recital, por lo que no hubo el más mínimo amago de queja ante el anuncio de Serrat, que prometió a sus fieles "un próximo concierto de grandes éxitos en el que, incluso, se podrían aceptar canciones dedicadas".

Compañero de Serrat durante tantos y tantos años, el maestro Ricard Miralles acarició las teclas de su piano al comienzo de "Del ay al ay por el ay", un poema de trazo juvenil que precedió a los toques cabareteros de "La palmera levantina".

Con un punto de timidez y frialdad en los primeros compases de la actuación, el 'cantador' barcelonés empezó a gustarse en "Las desiertas abarcas", un buen ejemplo de que sus recientes problemas de salud enfilan el camino del olvido.

Merece la pena destacar el apartado audiovisual, que en el nuevo espectáculo de Serrat enriquece las canciones con una serie de piezas expresamente realizadas por directores de tanto renombre como Bigas Luna, Isabel Coixet, José Luis Cuerda, Montxo Armendáriz o Inmanol Uribe.

Imágenes de infantes trabajando en condiciones deplorables acompañaron la desgarradora historia de "El niño yuntero", una de las composiciones más celebradas en la extensa carrera del genio catalán.

Contenido en sus gestos hasta ese instante, el cantautor abrazó su lado más teatral en "Dale que dale", tres minutos plenos de muecas, movimientos y paseos a lo largo y ancho de un escenario que se quedaba pequeño ante el ímpetu de Serrat.

"El hambre", "Elegía" y "Tus cartas son un vino" funcionaron como prolegómeno para la jovial esperanza de "Si me matan, bueno", un tema que no podría ser el mismo sin las dulces notas de la viola Olvido Lanza.

Cárceles, juzgados y un hombre sin alas para soñar se entremezclaron en "Cerca del agua", cuyos toques de armónica preludiaron a esas "Nanas de la cebolla" que arrancaron más de una lágrima entre el respetable.

"Para la libertad" mereció los aplausos más encendidos de la velada, mientras que el broche final de este encuentro músico-poético correspondió a "Historia conocida" y "Uno de aquellos".

Por otro lado, fuentes del Teatro de la Zarzuela advirtieron hoy que ya no queda ni una sola entrada para el resto de actuaciones de Serrat, que tendrán lugar los días 16, 17, 18, 19, 22, 23, 24, 25 y 26.

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