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"Siempre quise ser invisible para desenmascarar a los malos"

Machacona en la denuncia de la corrupción, la política Mónica Oltra se ha convertido en la dirigente más carismática de la izquierda valenciana

BELÉN TOLEDO

Mes de julio de un año cualquiera de la década de los setenta. Una niña morena y con coleta asoma la nariz por encima del respaldo del asiento delantero del coche de sus padres. Observa cómo su madre guarda un maletín lleno de cintas musicales debajo del asiento, y saca otro aparentemente idéntico. Es el síntoma de que quedan pocos kilómetros para cruzar la frontera desde Francia y alcanzar por fin España.

La chiquilla lo sabe porque todos los años es igual: sus padres, que son españoles, comunistas, unidos sin mediar matrimonio católico y emigrados a Alemania, vuelven cada año a pasar las vacaciones de verano a Valencia. Y siempre tienen la precaución de esconder el maletín en el que guardan las cintas de Lluis Llach, Raimon y demás cantautores prohibidos por el franquismo, y desempolvar la caja en la que guardan a Julio Iglesias y otros cantantes sin connotaciones políticas para evitar levantar sospechas en la frontera.

Sus padres eran comunistas y tuvieron que emigrar a Alemania

La niña con coleta era Mónica Oltra Jarque. Hoy es la portavoz adjunta de la coalición de izquierdas, nacionalista y verde Compromís. Desde la pasada legislatura es la política de moda en el País Valencià. Se ha hecho famosa por las camisetas con las que hadenunciado la presunta corrupción que mantiene a diez diputados del PP autonómico imputados por el caso Gürtel,el Brugal y otros escándalos.

Salió en todos los periódicos y batió récords de audiencia en YouTube cuando en mayo de 2007 estampó en su camiseta el lema 'Wanted, only alive', acompañado de la cara del entonces presidente valenciano Francisco Camps. De esta guisa, Oltra se subió a la tribuna de Les Corts Valencianes y denunció la falta de explicaciones del mandatario sobre su imputación en el caso Gürtel. La presidenta de Les Corts, del PP, la expulsó de la sala. Así consiguió convertirla en una suerte de heroína de la izquierda a la que miles de votantes se encomendaron en las pasadas elecciones.

Así las cosas, lo que está claro es que Mónica no ha conseguido cumplir su sueño de infancia: 'Siempre quise convertirme en invisible para desenmascarar a los malos'. No pudo lograr que su carne se volviera transparente, así que canalizó ese afán de justicia hacia la abogacía y la política. No obstante, todavía hoy sueña a veces con la invisibilidad: '¿Tú sabes lo que sería poder entrar al despacho de un corrupto y grabar lo que dice?'.

'A veces he llorado en el despacho. Pero siempre me repongo'

Como no pudo hacerse invisible, decidió encauzar su afán de justicia hacia la abogacía y la política, que compatibiliza con esfuerzo con la relación con su marido y sus dos hijos. La decisión de convertirse en letrada se fraguó al calor de la militancia política de los exiliados españoles en Alemania, que eran 'una familia'. Recuerda la botella de cava que se descorchó en su casa cuando murió el dictador. Ella tenía 6 años. 'Mi madre estaba embarazada de ocho meses. Recuerdo su panza vista desde abajo trenzándose no sin dificultad en un gran abrazo con mi padre. El chiquillo nacerá en libertad', decían'.

Su firme intención de hacerse letrada sólo se tambaleó cuando, a los 8 años, escuchó por la radio Telefunken de su casa el relato del crimen de los abogados de Atocha. Miró a su padre y deslizó: 'No sé yo si será mejor escoger otra profesión'. Recuerda cómo él se la quedó mirando: 'Vaya comunista eres tú, que porque te puedan matar renuncias a una vocación'. Oltra, entre risas, recuerda que se sintió 'como una gusana'.

Ese coraje paterno todavía la impulsa a mantener la beligerancia contra la injusticia. En el País Valencià su lucha es contra la corrupción, lo que le ha granjeado enemigos. Cuando desde su escaño en Les Corts denuncia con vehemencia las abundantes sospechas de irregularidades del partido en el poder, de las bancadas del PP le llueven insultos. 'A veces he llorado en el despacho. Una vez volví a fumar y todo. Pero siempre me repongo'.

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