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"Temo un choque contra una ballena"

Unai Basurko es el segundo navegante español, tras José Luis Ugarte, en tomar la salida de la Vendée Globe

FERNANDO CORDOBÉS

Unai Basurko es el segundo navegante español, tras José Luis Ugarte, en tomar la salida de la Vendée Globe, la regata en solitario alrededor del mundo más dura de todas las que existen. Después de quedar tercero en la Velux-5Oceános, afronta un reto difícil de imaginar: navegar sin escalas, sin asistencia, dejando por babor los cabos de Buena Esperanza (África), Leeuwin (Australia) y el mítico Hornos (América del Sur), los más dramáticos de todo el globo.

Hoy, una semana después de abandonar las comodidades en Les Sables Dolone (Francia), Basurko ocupa la 20ª posición a 399 millas del francés Peyron que lidera la Vendee.

¿Cuál es su principal temor?

Sin duda, una colisión. Con una ballena, con un trozo de hielo, con un contenedor, algo que no puedes controlar. Las ballenas no oyen a los veleros y un choque con una de ellas puede resultar catastrófico, teniendo en cuenta que su tamaño puede doblar el del barco y su peso superarlo diez veces. No existen sistemas de detección de ballenas, aunque hay trucos, como poner música.

Lo que sí parece es que la organización ha querido protegerles de los icebergs.

Sí. Han puesto unas puertas de hielo. Es una especie de límites para acercarse a la Antártida con el fin de evitar en la medida de lo posible el choque con el hielo. Bueno, es un poco relativo, pero que estén estas puertas es mejor para todos.

¿Cuáles son los objetivos del Pakea Bizkaia?

Nuestro proyecto es más conservador que el de la mayoría de los barcos que habrá en la Vendée Globe. Por presupuesto y por experiencia, no podemos permitirnos ir a ganar, porque eso supone tener más probabilidades de romper.

¿A quién da como favoritos?

Se habla de esta edición de la Vendée Globe como la más importante de la historia y yo creo que hay diez personas capacitadas para ganarla. Me haría ilusión que ganara el suizo Bernard Stamm, el británico Mike Golding o el francés Loïck Peyron. Quizás esos tres son mis favoritos, pero los quince primeros son dioses de la navegación.

¿Cuáles son los momentos críticos de la regata?

El otro día, decía uno de los patrones que a los quince días es cuando se empiezan a romper las cosas. Durante las dos primeras semanas, es importante comprobar que todo va bien y funciona. Luego, una vez que entras en el Gran Sur, ya son palabras mayores. Allí se le exige el máximo al barco y es cuando uno se da cuenta de quién no está preparado para soportar esas condiciones durísimas.

¿A qué se refiere cuando habla de condiciones extremas?

Significa no poder andar por cubierta. Los vientos de 60 ó 70 nudos te tiran al suelo; tienes que ir gateando, palpando las cosas porque no puedes mirar, sea de día o de noche. Puede haber nieve, granizo y olas de 10 a 12 metros. Eso son condiciones extremas, en que lo primero es estar caliente, amarrado (llevamos un arnés de montañero) y bien alimentado. Son momentos en los que la regata pasa a un segundo plano.

¿Y cómo los sobrelleva?

Pues haciéndote a ellos. Estás ahí metido y el punto de tierra más cercano está a 4.000 millas y hay que tirar para delante. Tienes a tu barco y él te tira a ti. O haces eso o tienes serios problemas. El ser humano saca lo mejor cuando está en peligro.

¿Cómo es la rutina a bordo?

Dormimos poco, en periodos de 20 a 25 minutos. Comemos unas 6.000 calorías por día y aun así se pierde un 10% del peso corporal porque no paramos de arreglar cosas. Todo se estropea.

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