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Una tienda satisface en Barcelona la demanda de vinos "puros" del turismo judío

EFE

Cavas y vinos "kosher" (puros) es lo que ofrece "Call Barcelona", un centro cultural que cuenta además con una tienda especializada en productos elaborados según la tradición ortodoxa y que atiende la creciente demanda de los 80.000 judíos que cada año visitan el Call, la antigua judería de la capital catalana.

Inaugurado hace apenas un par de meses, este espacio dependiente de la asociación Jabad Lubavitch, simultanea la actividad cultural con la venta de vinos y espumosos que no sólo tienen denominación de origen -los hay Rioja, Priorat o Penedés, entre una treintena de referencias, también internacionales- sino que garantiza que su producción es supervisada por un rabino que controla su "pureza".

Aunque Call Barcelona ha nacido al abrigo del cada vez más abundante turismo de origen hebreo, el centro quiere suministrar a los 5.000 judíos que viven en Barcelona y demandan productos "kosher" (puro en yiddish) pero también a los "gentiles" (no judíos) interesados en esta cultura, que pueden encontrar lecturas o hacer cursos sobre la cábala, la Torá o de lengua hebrea.

La portavoz del centro, Patricia Bogdanov, explica que todos estos vinos muestran en su etiqueta el certificado de que han sido elaborados siguiendo unas técnicas milenarias, lo que de hecho se traduce en una producción óptima desde el punto de vista ecológico.

Las normas son muchas. La uva de las viñas no puede ser utilizada en los cuatro primero años, no se pueden usar fertilizantes -sólo sulfitos y levadura (también con el certificado kosher)- y tienen que demostrar una trazabilidad del 100%.

Cuando una bodega decide producir vinos "puros" para consumidores judíos debe contar con un rabino auditor, quien supervisará la limpieza de los tanques y el resto de maquinaria utilizados en el proceso, que se tienen que lavar durante tres días con agua caliente.

Los caldos que se colocan en los tanques se han de sellar, y nadie que no sea el auditor judío puede abrirlos, aunque sea para un muestreo o un análisis.

El embotellado también es supervisado por el rabino, que a su vez es auditado de forma independiente, antes de que los vinos obtengan la certificación rabínica.

Son vinos que generalmente rondan entre los 6 y los 30 euros, "unos precios muy ajustados" porque, según Bogdanov, doctora en química, "son de una calidad reconocida" que fuera de España pueden llegar a costar hasta tres veces más, lo que provoca que muchos turistas, sobre todo de EEUU, se lleven la botellas "de dos en dos", ya que de hecho varios de ellos han recibido muy buenas puntuaciones en la famosa guía Parker.

Bogdanov añade que Call Barcelona quiere ser un sitio de reunión para la comunidad judía local y de acogida para los visitantes donde se les informa, por ejemplo, de los restaurantes de comida "kosher" o dónde están las sinagogas.

Ortodoxia o placer, la realidad, señala Bogdanov, es que estos vinos "puros" son una buena razón para acercarse a una tradición que se ha mantenido fiel durante decenas de siglos y cuyo éxito comercial indica que seguirán vivos al menos algún milenio más.

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