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Tracey Emin expone por primera vez en España

EFE

"Como loca" ha trabajado la polémica artista Tracey Emin en el montaje de su primera muestra en España que se inaugura hoy y para la que ha traído desde su cama con preservativos usados y colillas, hasta sus colchas con mensajes, pasando por un vídeo en el que chilla en honor al pintor Eduard Munch.

Son sus fobias y obsesiones sexuales vertidas en obras que se podrán ver hasta el 22 de febrero en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga y que en realidad narran lo mejor de la trayectoria de esta artista tan influyente de la escena actual europea -y sobre todo británica- desde finales de los años 80.

Bajo el título "Tracey Emin. 20 años", la retrospectiva fue expuesta en la Scottish National Gallery of Modern Art de Edimburgo (Reino Unido) y ahora son exhibidas en el centro malagueño, que peca de ser "muy grande", según la artista.

Con respecto a la preparación de la retrospectiva y mientras hacía un "repaso de sus logros" profesionales, Emin (Londres, 1963) afirmó que "le pareció muy poca" la cantidad de obra producida y que la sensación que le produjo fue la de "vértigo hacia arriba".

Aunque, hay que tener en cuenta que Emin ha destruido parte de su obra en períodos de depresión, entre ellos, el más destacable, tras el primero de sus dos abortos naturales en 1990.

"Sé que lo hice lo mejor que pude", afirmó esta artista que, junto con el millonario Damien Hirst, es lo más sobresaliente de la generación británica Young British Artists (YBAs).

A bote pronto afirmó, sin embargo, que el compendio de su obra "podría ocupar diez veces" el espacio cedido por el CAC.

Su arte -calificado por ella misma de "propio" y que provoca reacciones buenas y malas entre los críticos de arte- apasiona incondicionalmente a los jóvenes que tienen "entre 14 y 20 años", lo cual, según ella, conlleva una "responsabilidad como icono" social y artístico, que le "encanta" por otra parte.

Esta doctora honorífica del prestigioso Royal College of Art de Londres cree que su obra es "sencilla" y que por eso gusta a los jóvenes, aunque es denostada sin tregua por la prensa británica de prestigio.

Ante ello, Emin indicó que quien rechaza su obra es debido a que es una persona "conservadora", "estrecha de miras", "poco comprensiva" o que peca de ser "muy simple".

Ante todo, en el recorrido a la retrospectiva se puede hablar de experiencia pretérita de la artista, pero no se establece una línea divisoria entre lo de antes y lo de ahora, porque sigue trabajando con el mismo método y hablando de su vida y su entorno.

Asimismo, a Emin, a la que "no" le gusta "la etiqueta de feminista", opinó que es importante su representación como mujer artista en una sociedad que "favorece" al hombre y a las personas poderosas.

Así, durante años no quiso saber nada de uno de sus máximos coleccionistas el anglo-indio Charles Saatchi, debido a la campaña que este prestigioso publicista hizo para la elección de la ex primera ministra británica Margaret Tatcher.

Hoy por hoy, Saatchi podría "inundar -según ella- el mercado" con obra suya, pero sigue coleccionándola -matizó con orgullo- y nunca llegó a desprenderse de sus piezas a pesar de la gran venta de obras de arte que llevó a cabo en los años 90.

Por otro lado, cabe mencionar que el catálogo de la muestra "Tracey Emin. 20 años" es uno de los pocos textos en español sobre su obra; en el se han traducido extractos de su libro "Strangeland" -ya un clásico- y, además, está prologado por el cineasta y pintor estadounidense Julian Schnabel.

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