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La trastienda de los hoteles

Un centenar de personas habitan ilegalmente una zona al margen del turismo

SUSANA HIDALGO

María Suárez vende rosas a los turistas por las calles de Benidorm y cuenta que pocas veces la dejan entrar en los bares y hoteles de lujo de la ciudad. 'Depende, si me conoce el dueño, sí que entro. Si no, pues no'. Es gitana, como muchos del centenar de vecinos que hace unos años ocuparon ilegalmente unas viviendas en una zona colindante del Racó de L´Oix.

Ahora, el Ayuntamiento (PP) les quiere desalojar porque tiene previsto desarrollar allí el plan parcial de Armanello (la zona de la huerta), de momento paralizado por los tribunales y en la que está prevista la construcción de viviendas y hoteles.

A finales de marzo pasado, un policía que patrullaba la zona fue herido por uno de los vecinos con un arma de fuego. El Gobierno municipal y la policía señalan que muchas de las casas están tomadas por delincuentes y que la zona es un lugar de venta de droga.

Los residentes se defienden y aseguran que están pagando 'justos por percadores'. 'Los malos y los de la droga son los otros, los de las otras casas. Nosotros no somos delincuentes, somos extremeños', sentencian varios gitanos dentro de un chalet ruinoso, al que está a punto de caérsele el techo. Al fondo se ven los rascacielos de la ciudad.

'Nos metimos en la casa hace unos años, antes había unos rumanos, pero me enfadé y se fueron. Les eché porque nosotros somos españoles', cuenta Luis Durán, el patriarca de una de las familias.

Otro okupa afirma que se metió en una de las viviendas porque los dueños le dejaron. Las casas están situadas a ambos lados de un camino tortuoso, conocido como la calle del Butano, y todas tienen grandes huertas donde hay cabras y gallinas. Carmen, de 18 años, casada y con lentillas de color azul, cuida de varios chiquillos en uno de los chalets.

Pobres, pero personas

Luis Durán vive de la venta de chatarra y asegura, como el resto, que no se piensa ir de su casa hasta que el Ayuntamiento de Benidorm le dé una solución. 'Con la chatarra no gano ni 20 euros al día y en cuanto lo tengo en el bolsillo se lo doy a mi mujer para que compre comida', explica.
A su lado, sentada en una silla, está su madre. 'Somos pobres, pero somos personas y queremos un piso. En estas condiciones no podemos vivir. Mira cómo están los niños...', explica Obdulia Navarro, diabética de 75 años que vive dentro de una caravana.

Y, efectivamente, los pequeños corretean, sucios, por el suelo y beben tragos de una botella de Coca-Cola de dos litros. Obdulia muestra su vivienda. En la caravana tiene fotos de sus familiares muertos y de la cantante Rocío Jurado.

Su hijo Antonio tiene la piel amarillenta por la hepatitis C y se queja de que no tiene medicinas. 'Por las noches se escucha a las ratas correteando por encima del techo, ¡y en el campo hay culebras!', asegura otra mujer mientras el resto del corrillo asiente.

Sin luz ni agua

El Ayuntamiento de Benidorm ha cortado el agua y la luz en la zona. Los vecinos cogen el agua 'de la manguera de un señor que es muy amable' y se apañan con generadores eléctricos y velas. La última queja que tienen es que dicen que se han enterado del desalojo por 'los rumores'. 'Aquí no ha venido a vernos nadie del Ayuntamiento, ni de la Cruz Roja traernos leche ni pan para los niños', afirman.

Al margen del desalojo, uno de los que está más enfadado es un chico de unos 13 años que enseña un trozo arrugado de un periódico gratuito donde se puede leer: 'La policía encuentra en la calle un pony extraviado' y debajo la foto del animal con los agentes. '¡Es mi caballo, me lo han quitado, que me lo devuelvan, mi caballo¡'.

Al rato, sale su padre de casa y le avisa de que corra y que se meta en el coche. '¡Nos vamos ahora mismo a buscarel animal a la protectora de animales!', concluyen al atardecer.

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