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Travesía por la historia mutante de Bilbao

Panorámica de la capital vizcaína desde un crucero fluvial por la ría del Nervión.

MIRIAM QUEROL

Bilbao es una ciudad en constante metamorfosis. En mil años ha pasado de pequeño asentamiento de pescadores a urbe portuaria, capital de la burguesía industrial, epicentro del movimiento obrero vasco y moderna ciudad de la cultura. Su historia mutante ha navegado siempre sobre la ría del Nervión. Los barcos turísticos que la transitan dejan a un lado los orígenes de la ciudad, y al otro, su expansión; entre las dos márgenes, los emblemáticos puentes entrelazan una urbe que sigue mudando de piel.

Existen varios recorridos. Uno de ellos, denominado poéticamente Navegando Bilbao, comienza y termina en el embarcadero de la plaza de Pío Baroja. De aquí, el crucero fluvial atraviesa el puente del Ayuntamiento, pasarela levadiza de los años 20 construida a semejanza de los puentes de Chicago, que unía el nuevo centro urbano con la casa consistorial. A pocos metros se encuentra el polémico puente de Zubizuri, del arquitecto valenciano Santiago Calatrava, construcción que emula a un barco de vela y que remite a la historia más reciente: la recuperación de la ría a partir de los años 90, cuyo símbolo internacional es la gran mole curvilínea de titanio construida por Frank Gehry, el Museo Guggenheim.

El barco también pasa por la pasarela Pedro Arrupe, construcción en acero y madera que une la avenida de las Universidades con el Paseo de Ribera de Abandoibarra, y por el Puente de Deusto, otro puente levadizo de los años 30 inspirado de nuevo en los americanos que permitía el acceso a buques. El puente Euskalduna, a continuación, impidió el paso de barcos de gran altura, lo que dejó inutilizadas las pasarelas levadizas.

El Museo Marítimo de Bilbao, ubicado en la zona de diques de los antiguos astilleros explica la historia portuaria y naval de la ciudad, una historia viva que se reconoce en el barrio de Zorrozurre, última apuesta de renovación urbanística en manos de la arquitecta Zaha Hadid, y en el barrio de Olbeaga, conocido como La Noruega bilbaína ya que durante la Edad Moderna los marineros noruegos recalaban aquí, protagonizando los episodios más canallas de los bajos fondos de la época.

Un recorrido más extenso, que también parte del embarcadero de Pío Baroja, alcanza la desembocadura de la ría en el Abra. En este recorrido se atraviesan diferentes municipios del Gran Bilbao, testigos de la revolución industrial a través de sus muelles comerciales y astilleros. El trayecto pasa por el Puente Rontegi, una mastodóntica obra de ingeniería con algo más de medio siglo de vida que une Barakaldo con Erandio, y alcanza el famoso Puente Colgante de Portugalete, obra del siglo XIX, Patrimonio de la Humanidad desde 2006. Este símbolo de la arquitectura de hierro une la villa de Portugalete con Getxo, y su origen está en la necesidad de comunicar los balnearios ubicados en ambas márgenes, destino turístico de la burguesía decimonónica.

También es posible contratar una travesía a la carta o temática, con explicaciones didácticas sobre aspectos específicos de la ría, como la fauna, la historia naval en la guerra civil, el comercio o la arquitectura. Si la fecha de visita coincide con la Semana Grande, estos cruceros proponen un recorrido nocturno para contemplar los fuegos artificiales.


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