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El triple reto de Podemos

Tras el éxito electoral, Podemos se enfrenta a un triple reto: organizativo (transformar la indignación en proyecto político), estratégico (gestionar con inteligencia las próximas elecciones municipales y autonómicas afrontando la compleja crisis de crecimiento que provoca la importante expectación que ha generado) y político (demostrar que es posible gobernar sin traicionar los intereses de la mayoría de la sociedad). Hay poco tiempo y mucho trabajo por delante porque apenas quedan 30 semanas para la próxima cita con las urnas.

En un país acostumbrado a ver las mismas caras en los mismos sillones durante los últimos treinta años, Podemos ha sido una descarga de adrenalina sin precedentes que se mueve a la velocidad de la luz mientras el resto viaja en diligencia. Apenas habían nacido y ya concurrieron a las elecciones con notable éxito, aún no cumplieron un año y parece que están en condiciones disputar el gobierno al PP... Es lo que tienen los relevos generacionales por agotamiento: la gerontocracia esconde sus debilidades tras los grandes palacios y el boato del poder pero el paso del tiempo es tan cruel como inexorable. Sólo así se puede explicar que cinco escaños en el Parlamento Europeo hayan bastado para evidenciar la aluminosis del actual sistema político. Donde antes veíamos un castillo ahora vemos el 13 Rue del Percebe.

Podemos se encuentra inmerso en un proceso asambleario para definir su modelo político y organizativo. En función de lo que decidan comprobaremos si responden adecuadamente al triple reto que tienen sobre la mesa. Es evidente que afrontan su particular crisis de madurez y no tienen más opción que pasar de las musas al teatro así que, en función de las decisiones que adopten, veremos si realmente se disponen a disputar la centralidad del tablero o se conforman con jugar un papel testimonial. No hay tercera vía, son las penitencias del éxito electoral.

Hay que reconocer que esta Asamblea confirma que siguen moviéndose en coordenadas desconocidas hasta el momento en el parqué político. Dos ejemplos: las decisiones no se toman en los pasillos sino mediante votaciones abiertas gracias a las aplicaciones informáticas y no hay selección natural de delegados porque puede participar todo el mundo incluso desde su casa. También renunciaron al habitual intercambio de cromos para cerrar en falso los debates importantes y apostaron por defender sus modelos sin concesiones y hasta las últimas consecuencias. Y lo hacen bajo la enorme presión de los focos porque buena parte del país les observa con enorme atención.

No todos los caminos conducen a Roma y lo saben muy bien los que disfrutan de la orgía mientras el imperio se desmorona. Al principio reaccionaron con la vieja artillería del abuelo, la munición propia de la época de McCarthy, pero pronto comprobaron que lograban justo lo contrario: es cierto que permitía movilizar (y cohesionar) el voto del flanco derecho del PP (prioridad absoluta para Génova) o incluso a un sector de sus votantes más moderados pero lejos de ser criptonita para Podemos acababa transformándose en un inesperado complemento vitamínico para su crecimiento electoral. Así que el armamento del siglo pasado dio paso a los drones y los ataques selectivos. Basta ver el tratamiento del proceso asambleario en estas semanas: pretenden magnificar la discrepancia interna hasta lograr presentar una división capaz de fracturar el entusiasmo y la ilusión, pero también buscan erosionar la propuesta política y organizativa del equipo de Pablo Iglesias (sin duda la más peligrosa para los que siguen disfrutando de la fiesta) identificándola con los viejos vicios de la política tradicional de tal forma que parecen sugerir que es una especie de traición a las esencias del proyecto.

Uno de los principios básicos de la comunicación es que la realidad no es lo que sucede sino lo que parece que sucede. En el terreno de las percepciones se libra siempre una batalla decisiva así que algunos pretenden que el camino más efectivo para que Podemos alcance sus objetivos políticos sea percibido como la opción de Judas. Al margen de otras consideraciones, hay que reconocer que el sistema sufrirá aluminosis pero no se debe menospreciar su capacidad de supervivencia.

Pablo Prieto Fernández es licenciado en Derecho y máster en Comunicación Política e Institucional, trabaja como analista político y asesor de comunicación

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