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Trueba hace añicos la calculadora

El cineasta se deja llevar en 'El baile de la Victoria'

PAULA CORROTO

Fernando Trueba está de promoción y no quiere ni oir hablar del debate sobre la Ley de Cine. Este viernes estrena El baile de la Victoria, su película número trece. Y quiere que todo funcione. Por eso, intenta quitarse de encima cuanto antes las declaraciones en las que el presidente de la Academia de Cine, Alex de la Iglesia instaba al rey Juan Carlos a parar una reformas legislativas que podían poner 'en serio peligro' al sector del cine. 'Yo estoy harto de abrir los periódicos y ver los problemas del cine español. Yo sólo quiero hacer películas y hablar de cine', asegura.

Bien, hablemos de cine. Y de literatura. El baile de la Victoria está basada en la novela con la que el chileno Antonio Skármeta ganó el premio Planeta en 2003. Trueba cuenta que la historia le atrapó desde el momento en el que comenzó a leerla. Para él fue una absoluta sorpresa, ya que confiesa que jamás lee un libro buscando un tema para una película. 'No, yo siempre leo por el placer de leer. Nunca busco argumentos. Y siempre he colocado la literatura por encima del cine', manifiesta.

El arranque de la novela le dio el pie para la película. Después reconoce que entre él y su hijo Jonás, con el que comparte el guión, hicieron lo que les dio la gana. Surgió así una trama que comienza en el Santiago de Chile de los noventa, en la época de la amnistía, cuando el dictador Augusto Pinochet fue capaz de levantarse de la silla de ruedas sin aspavientos.

Cuatro personajes dominan la historia: el ladrón de renombre Vergara Grey (Ricardo Darín), el pícaro adolescente Ángel (Abel Ayala), la joven bailarina muda Victoria (Miranda Bodenhöfer) y la ex mujer de Vergara Grey (Ariadna Gil). Es un cuarteto que intenta acoplarse, que intenta dar ritmo al filme. Y que, desafortunadamente, muchas veces no lo consiguen.

El director reclama, sin embargo, que es, precisamente, emoción y sensibilidad lo que ha pretendido conseguir en esta película. De ahí que haya jugado con una historia de amor trágica y clásica, con un personaje desesperado que lo ha perdido todo y con una escena que el denomina el anti atraco. 'Lo que más me interesaba no es el golpe sino contar cómo mientras van a atracar, los personajes de Darín y Abel hablan de su familia, de sus padres. Eso me emcionaba', cuenta. E insiste: no ha querido aburrir. 'El objetivo es que los espectadores se emocionen, que vivan las historias de los personajes. Cuando hago cine lo que intento es crear belleza', dice.

Trueba no piensa, por tanto, en números. Avisa de antemano que se le da mal hablar de presupuestos y de taquilla. 'Cuando ruedo, yo no digo, voy a hacer una película para que la vean siete millones de personas. Jamás. Yo digo, voy a hacer una película bonita. Lo otro sería como si en vez de escribir un guión con un ordenador lo escribieras con una calculadora. Y creo que las películas se deben escribir con el corazón'.

El director, de momento, está contento con el resultado. Es la primera colaboración con su hijo Jonás, de quien asegura sentirse celoso. 'Es un tio listo, sensato', sostiene. Le gusta además su terquedad: 'Ahora acaba de rodar una película y no nos ha pedido ayuda. Y eso que le ha costado mucho', explica.

También le alegra que la película haya sido seleccionada por la Academia de Cine para representar a España en el apartado de Mejor película de habla no inglesa en la próxima edición de los Oscar de Hollywood. Ayer se enteró de que será Almodóvar quien entregue el galardón. ¿Se verán las caras? Trueba ríe y contesta: 'Espero que no tengamos que forcejear'.

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