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Venezuela celebra unos comicios clave para el proyecto de Chávez

Reuters

Los venezolanos comenzaron a votar el domingo en unos comicios regionales que son una prueba de fuego para el proyecto socialista del presidente, Hugo Chávez, quien ha convertido las elecciones para gobernadores y alcaldes en un referéndum sobre su liderazgo.

Con los analistas pronosticando que el oficialismo retendrá la mayoría de los 22 estados, la elección se anuncia reñida en un puñado de distritos con una alta carga simbólica, como el bastión opositor del Zulia, que en el oeste del país alberga gran parte de la enorme producción de crudo del país.

Una victoria rotunda de Chávez, ya sea reconquistando Zulia o logrando que sus candidatos se impongan en estados en manos de disidentes del oficialismo, le daría fuerza para volver a la carga con una reforma constitucional que le permita eliminar los límites a la reelección presidencial.

Además se resarciría de su primera derrota en las urnas desde que ganó el poder en 1998, cuando los venezolanos rechazaron inesperadamente el año pasado una modificación de la carta magna que le abría la puerta a la reelección continua.

Para la oposición, algunos de cuyos mejores candidatos fueron inhabilitados políticamente para participar en los comicios, una victoria constituiría arrebatar alguno de los estados oficialistas, como el industrial Carabobo o el populoso Miranda, y mantener sus baluartes regionales.

Lo contrario implicaría que los adversarios de Chávez fracasaron en capitalizar el inesperado revés electoral del mandatario en el referéndum constitucional.

Unos 16,9 millones de venezolanos están habilitados para elegir a 22 gobernadores, además de centenares de alcaldes y cargos locales, ante la mirada atenta de 130 observadores internacionales y con 140.000 militares vigilando el proceso.

Las urnas abrieron a las 06:00 hora local (10:30 GMT) y empezarán a cerrar a partir de las 16:00 horas (20:30 GMT). El voto será electrónico.

En Caracas, seguidores de Chávez comenzaron a las 04:00 horas a hacer tronar el toque de Diana por todos los rincones de la ciudad para sacar de la cama a la gente y alentarlos a salir a las calles para votar desde temprano, en medio de fuegos artificiales que iluminaban el cielo.

TODO O NADA

Chávez recorrió frenéticamente el país durante la campaña electoral para pedir el voto por sus candidatos, argumentando que el futuro de su "revolución socialista" estaba en juego y que votar contra sus aliados era traicionarlo a él.

Sin ahorrar una retórica agresiva, el mandatario hasta amenazó con "sacar los tanques a las calles" si alguno de sus candidatos perdía y con encarcelar a los rivales que no aceptaran su derrota.

Por su parte, sus seguidores, agrupados en el Partido Socialista Unido de Venezuela, pusieron en marcha una gigantesca maquinaria electoral para combatir la abstención en un país donde el sufragio no es obligatorio.

A pesar de que la popularidad de Chávez supera el 50 por ciento, muchos venezolanos están desilusionados con "la revolución", que combate la pobreza con un batallón de planes sociales financiados gracias a la vasta renta petrolera, pero que no consigue domar una inflación fuera de control, paliar la alta inseguridad y mejorar una caótica infraestructura.

Los precios al consumidor ya acumulan este año un aumento de casi el 25 por ciento, alimentados por un tipo de cambio fijo que analistas consideran sobrevaluado, un consumo doméstico desbocado y numerosos controles de precio.

Además, la fuerte caída en la cotización internacional del crudo plantea un reto para el Gobierno, que utiliza a la petrolera estatal PDVSA para financiar gran parte de la obra de gobierno, desde la construcción de carreteras a la distribución de alimentos para evitar el desabastecimiento.

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