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Viaje al corazón de las ciencias exactas

David Lynch apadrina una exposición sobre arte y matemáticas en París. Artistas como Patti Smith y Takeshi Kitano colaboran con científicos para convertir los números en una experiencia sensorial

 

ÁLEX VICENTE

La Fundación Cartier de París, prestigioso centro de arte con la sana costumbre de adentrarse en temáticas inhabituales en el mundo de la creación contemporánea, abrió ayer sus puertas a la teoría de los números, la geometría diferencial y el cálculo de probabilidades. ¿Una exposición sobre matemáticas? No salgan corriendo todavía. La muestra ha contado con la colaboración de personalidades del calibre de David Lynch, Patti Smith, Raymond Depardon, Takeshi Kitano o Hiroshi Sugimoto, que durante tres años han colaborado con científicos del calibre de Misha Gromov, Don Zagier, Michael Atiyah o Cédric Villani, conocido por haberse autodefinido como 'la Lady Gaga de las matemáticas'. El resultado, que podrá verse en la capital francesa hasta el 18 de marzo, persigue 'convertir el pensamiento abstracto de las matemáticas en una experiencia sensible e intelectual apta para todos', en palabras del director del museo, Hervé Chandès.

Su objetivo puede parecer difícil de alcanzar: convertir la materia escolar que más traumas infantiles ha generado en una especie de experimento sensorial. 'Nuestra idea nunca consistió en pedir a los artistas que imaginaran obras inspiradas en la lógica científica', explica uno de los comisarios de la exposición, Thomas Delamarre. 'La cuestión era buscar respuestas estéticas a esa materia prima, encontrar maneras novedosas de ilustrar lo abstracto'. Por el camino, los artistas convocados logran provocar en el visitante esa 'desconexión repentina' que da título a la exposición Mathématiques, un dépaysement soudain, expresión que la muestra toma prestada de la definición que el matemático Alexandre Grothendieck da a la disciplina. Las ciencias exactas permitirían, según el científico francoalemán, acceder a un nivel de abstracción superpuesto a la vida cotidiana. Visto lo visto, puede que no quede tan lejos de la propia experiencia estética del arte.

La muestra no busca explicar conceptos o teorías, sino formas de ilustrar lo abstracto

Que la exposición se haya inaugurado en la Fundación Cartier y no en cualquier museo de la ciencia ya insinúa por dónde van los tiros. 'Otra de las trampas que quisimos evitar era la de la exposición de divulgación. La idea no era explicar conceptos o teorías matemáticas, sino transmitir el gusto por el pensamiento matemático a través de un lenguaje estético. Hemos querido demostrar que las matemáticas pueden ser elegantes y divertidas', asegura Delamarre. La exposición intenta demostrar que las matemáticas son algo más que raíces cuadradas y cálculo de derivadas. 'No está de más recordar que han acompañado la evolución de la humanidad desde hace 3.000 años', dice el comisario.

Pese a lo inédita y especializada que pueda parecer, la muestra se dirige a profanos, neófitos y curiosos. Y de ahí surge la invitación a artistas conocidos por el gran público, que evitará la comprensible tentación de huir en sentido opuesto. 'Contar con personalidades de este nivel nos permitirá que el visitante se acerque a la exposición sin miedo', reconoce el comisario. La Fundación Cartier ha confiado en artistas 'abiertos y curiosos', poco impresionables ante el reto, con los que el centro ya mantenía un diálogo desde hace años. En primer lugar, David Lynch, que expuso su trabajo pictórico en una concurrida exposición en 2007, con la que se afianzaron los lazos entre el cineasta y la capital francesa, donde acaba de abrir el exclusivo Club Silencio, vagamente inspirado en el que aparecía en Mulholland Drive.

La Fundación Cartier quiere atraer al gran público, a profanos y curiosos

En esta ocasión, Lynch ha imaginado una estructura en forma de cero, que conduce al visitante hacia la denominada Biblioteca de los Misterios. En su interior, Lynch repasa, a través de vídeos y sonidos sugerentes, las etapas mayores en la historia de la disciplina, ilustrando las teorías de personalidades de todos los tiempos. De Platón, Aristóteles y Arquímedes hasta Richard Feynman y el mismo Grothendieck, incluyendo a Descartes, Einstein y Poincaré. Todos pasan por el filtro lyncheano, que ha convertido sus teorías en inquietantes proyecciones de caleidoscopio. En la sala contigua, Lynch ha ideado la escenografía de la Sala de los Cuatro Misterios junto a Takeshi Kitano y Beatriz Milhazes, en la que exponen los últimos avances de la investigación matemática a través de otro vídeo filmado por Lynch en el CERN de Ginebra, donde se encuentra el primer laboratorio mundial para la investigación de partículas, así como de una microsociedad de robots reactivos a los estímulos externos, cedidos por la Universidad de Burdeos.

La cantante y poeta Patti Smith, vieja conocida del museo desde que expuso allí sus polaroids hace tres años, se suma al proyecto cantando textos del gran matemático Misha Gromov, otra de las cabezas pensantes de esta exposición. 'Siempre he adorado la perfección de la geometría, aunque mi relación con ella es de orden estético. Esta exposición celebra ese tipo de belleza intrínseca y nos recuerda por qué Eric Temple Bell consideraba que las matemáticas eran la reina de las ciencias', asegura Smith. Por su parte, el artista conceptual japonés Hiroshi Sugimoto, el más familiarizado de los presentes con el universo matemático, cierra esta viaje al corazón de las ciencias exactas con una escultura que traduce la abstracción matemática.

Pero puede que lo más apasionante sea la película concebida para la ocasión por el fotógrafo y documentalista Raymond Depardon, que entrevistó a una docena de matemáticos y les pidió que contaran en cuatro minutos por qué les apasiona la disciplina. En un blanco y negro tan límpido como la tiza sobre la pizarra, los reputados científicos que participan en él hablan con ardor de diagramas y teoremas. El resultado logra transmitir de manera directa lo que el resto de la exposición hace de forma más sutil. Las matemáticas son una experiencia estética como todas las demás.

¿Cómo representar la abstracción? Si creemos en lo que Cédric Villani explica en Au Bonheur des Maths, la serie de entrevistas que los cineastas Raymond Departon y Claudine Nougaret han creado para la Fondation Cartier, basta con mirar a nuestro alrededor para responder a una pregunta que persigue a todos los que nos dedicamos a las matemáticas: ¡nada tan efectivo como una pizarra! Sin embargo, cuando se trata de llegar al gran público, una belleza más visual que el blanco sobre negro puede acudir al rescate. Ya lo sabían los japoneses que en el siglo XVIII iniciaron la tradición de los sangaku, unas tablillas de madera con ilustraciones de problemas geométricos que se colocaban a la entrada de los templos, a modo de ofrenda, para que pudiera verlas el mayor número posible de personas. Inspirándose en ellas, la artista Milhazes ha compuesto un collage en el que las ecuaciones que gobiernan fenómenos como la irisación, el vuelo de las aves o la morfogénesis invitan al visitante a abrir las páginas del gran libro de la naturaleza, en el que 'incluso el fuego se rige por los números'. Difícilmente podía imaginar Joseph Fourier que la cita con la que encabezó su Teoría analítica del calor serviría dos siglos después a David Lynch para diseñar la chimenea que acompaña a una bóveda en la que conviven lo grande y lo pequeño. Tampoco Yukio Mishima hubiera salido de su asombro al enterarse de que la película Ritos de amor y muerte se transformaría con los años en unos Ritos de amor y matemáticas en los que el matemático Edward Frenkel dibuja una fórmula relacionada con los instantones sobre un soporte muy distinto de la clásica pizarra. Y es de creer que incluso a Bertrand Russell, uno de los grandes divulgadores de la historia, le hubiera costado aceptar que las investigaciones sobre los fundamentos de la lógica que ocuparon su juventud terminarían convirtiéndose en materia de la novela gráfica Logicomix. Pero estar a la altura de nuestro tiempo significa, entre otras cosas, aprovechar las inmensas posibilidades que nos ofrece para renovar antiguos fines. La exposición de la Fondation Cartier es el último ejemplo de una nueva divulgación que solo dará buenos resultados.

Javier Fresán

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