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Las "Vidas minadas" de Gervasio Sánchez estremecen la Cumbre de Cartagena

EFE

El fotógrafo español Gervasio Sánchez inaugura hoy en Cartagena de Indias su muestra "Vidas Minadas: Diez Años", con el firme propósito de llamar la atención de la comunidad internacional para que se comprometa con las víctimas de las minas antipersonales.

Esta exhibición, compuesta por cerca de un centenar de imágenes captadas en los países más afectados por estas armas, coincide con la II Conferencia de Revisión de la Convención de Ottawa, que en 1999 obligó a los estados firmantes a acabar con el uso, fabricación y almacenamiento de minas terrestres.

Gervasio Sánchez, quien este año ganó el Premio Nacional de Fotografía en España y tiene en su haber otros prestigiosos galardones como el Rey de España y el Ortega y Gasset, calificó este trabajo como "un armazón gráfico que sirve para denunciar de forma potente el drama de las víctimas de las minas".

En una entrevista con Efe, reconoció que "el periodismo es compromiso y sirve para mostrar las contradicciones que sufren las sociedades".

Y es que este fotógrafo y periodista, que ha dedicado su vida a difundir, con su cámara y su pluma, las consecuencias de los conflictos armados de América, Asia, África y Europa, sigue buscando que sus trabajos "tengan una especie de vinculación con la denuncia".

El proyecto fotográfico que se exhibe en el Centro de Formación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), en el casco histórico de Cartagena de Indias, comenzó en 1995 gracias a la colaboración que encontró Sánchez en las organizaciones no gubernamentales Intermón-Oxfam, Manos Unidas y Médicos sin Fronteras.

"Lo que he hecho ha sido el seguimiento de víctimas de minas, la evolución de sus vidas desde que sufrieron la amputación", explicó.

El resultado es una estremecedora muestra compuesta por retratos de mutilados de Afganistán, Camboya, Colombia, Mozambique y Bosnia, entre otros países, imágenes de distintos tipos de minas, prótesis artesanales, algunas de ellas fabricadas con botellas de coca-cola, y hábitos de vida de los supervivientes.

Uno de los protagonistas es el camboyano Sokheurm Man. Tenía doce años cuando se dirigía al colegio y una mina le amputó la pierna; Sánchez le tomó en ese momento su primera fotografía. Diez años después este joven es padre de una niña y se dedica a documentar casos de nuevas víctimas de minas.

Mónica Paola Ojeda cayó de bruces sobre un territorio minado cuando tenía ocho años, sólo quería orinar, quedó ciega y le amputaron una mano. Hoy conoce el método braille y vive en Colombia, el segundo país del mundo por número de accidentes sólo por detrás de Afganistán.

La mozambiqueña Sofía Elface Fumo tenía once años cuando fue víctima de una mina terrestre y perdió las dos piernas; buscaba en el bosque leña junto a su hermana. Hoy tiene 25 años, es madre de dos hijos y su compañero sentimental la ha abandonado.

Adis Smajic es un bosnio también de 25 años, mide casi dos metros de altura, toca en un grupo hip-hop, no tiene su ojo izquierdo ni brazo derecho, y ha sido sometido a siete operaciones en Barcelona (España) desde que en 1996 fue herido por una mina.

Estas son sólo cuatro vidas de las 365 que Gervasio Sánchez documenta en su trabajo, una selección que -según el autor- busca "mostrar con fuerza y convicción las historias personalizadas".

Cuando Sánchez presentó la primera fase de su proyecto, en 1997, no se había firmado aún la Convención de Ottawa y Camboya era el país más afectado por las minas terrestres.

Aquel acuerdo planteó que en 2009 no debía haber minas en el mundo. "No se ha conseguido aunque se ha avanzado en muchas cosas, algunos países han bajado en número de heridos y las cifras globales se han reducido de 26.000 a unas 18.000", señaló.

Pero también se han dado paradojas, según recuerda, ya que países como Colombia, que en aquella fecha no tenía un problema importante de minas, en 2007 y 2008 fue el mayor afectado por esas armas.

Además, recuerda Gervasio Sánchez, algunos de los estados más poderosos como EEUU, China o Rusia, no han firmado el Tratado de Ottawa, mientras que los que se comprometieron en ayudar económicamente a los mutilados "apenas han alcanzado a donar un 10 por ciento de las necesidades reales", como la Unión Europea.

Aún así, el fotógrafo y periodista considera que "la revisión del acuerdo es importante porque es una llamada de atención y se va a recordar a los Gobiernos que hace falta dinero".

"No pueden venir aquí a hacerse la fotografía, sino a cumplir promesas", concluyó en alusión a los delegados internacionales que esta semana participan en la Conferencia de Cartagena.

Esther Rebollo

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