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Dos visiones irreconciliables sobre el cigarrillo electrónico

ANNA FLOTATS

Los empresarios que comercializan los cigarrillos electrónicos y los representantes de la comunidad científica no se ponen de acuerdo en casi nada que tenga que ver con estos nuevos dispositivos. ¿Son adictivos? ¿Ayudan a dejar de fumar? ¿Se deben regular como el tabaco? Alejandro Rodríguez, vicepresidente de la Asociación Nacional del Cigarrillo Electrónico —que agrupa al 60% de las 500 empresas del sector—, y Esteve Fernández, vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología y miembro del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, responden a Público diez interrogantes sobre los cigarrillos electrónicos. El Gobierno aprobó recientemente la normativa sobre su uso, pero la polémica en relación a sus efectos y regulación sigue viva. 

¿Cuáles son y cómo actúan en el organismo los ingredientes del cigarrillo electrónico?

Esteve Fernández: Hay diferentes ingredientes. Entre ellos destacan la nicotina, que es una potente droga responsable de la adicción al tabaco y de parte de los efectos cardiovasculares implicados en el infarto de miocardio. Además, hay diferentes tóxicos (glicerolglicol, formaldehído, metales...) y carcinógenos (aminas aromáticas, nitrosaminas), además de partículas de pequeño tamaño que impactan en el sistema respiratorio.

Alejandro Rodríguez: El cigarrillo electrónico contiene propilenglicol, agua, nicotina y el sabor específico. El propilenglicol es un líquido incoloro e inodoro con múltiples usos en alimentación, cosmética y farmacia. La combinación de estos componentes no es peligrosa, ya que el efecto que se produce es el de la combustión al accionar la batería del producto, lo que convierte la mezcla en vapor de agua. No obstante, la nicotina es adictiva y eso debe ser reconocido en los envoltorios de aquellos productos que la contienen.

En España se ha diagnosticado un caso de neumonía por vapear. ¿Los cigarrillos electrónicos son perjudiciales para la salud? ¿Son completamente inocuos?

Esteve Fernández: Tras este caso y otros casos de irritación crónica del sistema respiratorio o de pérdida de capacidad pulmonar podemos decir que los cigarrillos electrónicos no son inocuos. Evidentemente, son menos perjudiciales que el tabaco tradicional, pero no están exentos de riesgos, sobre todo a largo plazo por su uso continuado.

Alejandro Rodríguez: Es un caso aislado que representa el 0,0001% de los vapeadores en España y desde 2006 no ha habido ningún caso a nivel internacional. Mientras que el cigarrillo normal posee hasta 68 elementos potencialmente cancerígenos, el electrónico sólo tiene cinco componentes que, si bien pueden generar adicción, no son perjudiciales.

Según la patronal internacional del sector, el cigarrillo electrónico es 14.000 veces menos dañino que el tradicional. ¿Es así?

Esteve Fernández: En efecto es menos dañino, pero ¡es que hay pocas cosas más dañinas que el tabaco, que los cigarrillos convencionales! Que sea menos dañino no significa que no sea dañino. Además, la mayoría de cigarrillos electrónicos lleva nicotina, por lo que se mantiene la adicción y el riesgo de enfermedades cardiovasculares asociados a esta sustancia.

Alejandro Rodríguez: Es así y no lo dice la patronal internacional o ANCE, lo dice la comunidad científica. La Sociedad Europea de Cardiología reconoce que el tabaco crea una disfunción cardíaca, sin embargo, los cigarrillos electrónicos no tienen ningún efecto adverso en las contracciones del corazón. Se detectó que fumar provoca aumentos sistolíticos y diastólicos de la presión sanguínea y la frecuencia cardíaca. Tras vapear, en cambio, no se encontró ningún efecto ni diferencia en la función del ventrículo.

¿Es igual de adictivo un cigarrillo convencional que uno electrónico?

Esteve Fernández: Sí. La mayoría de fumadores los usan con carga de nicotina y eso mantiene la adicción física. Además, el aspecto es similar al de los cigarrillos convencionales y se mantiene toda la gestualidad de fumar, incluyendo la inhalación y la exhalación de humo (de vapor, técnicamente hablando), con lo que se mantiene y refuerza el componente psicológico de la adicción. Se puede generar adicción sólo fumando cigarrillos electrónicos. Ya hay estudios que dejan claro que los adolescentes los consumen debido a la aparente ausencia de nocividad y acaban pasándose al cigarrillo convencional. Y dos de cada tres fumadores de cigarrillos electrónicos siguen fumando cigarrillos convencionales.

Alejandro Rodríguez: No. El suministro de nicotina en un e-cigarrillo es inferior que el del tabaco. La revista Original Investigation publicaba en 2013 un estudio sobre Fisiofarmacología, realizado por la Escuela de Psicología de la Universidad de Londres-Este, en el que se reconocía este hecho. De este estudio se desprendía además que la escasa dosis de nicotina de los cigarrillos electrónicos permite superar el síndrome de abstinencia y el cambio de fumar a vapear, con la consiguiente mejora para la salud que esto conlleva.

Dado que no hay quórum entre la comunidad científica y la patronal, ¿sería necesaria una legislación más rigurosa?

Esteve Fernández: Es necesario legislar de manera clara para evitar que el uso del cigarrillo electrónico se extienda como si estuviera exento de riesgos. Además, su uso en lugares públicos confunde y va contra la desnormalización del tabaco, que casi se había conseguido gracias a las campañas publicitarias y las políticas de prevención y control del tabaquismo.

Alejandro Rodríguez: Con la Ley de Consumo y la Directiva Europea se crea un marco regulatorio ordenado, justo y coherente que propicia el escenario adecuado para seguir creando empleo en el sector. Ahora se nos reconoce un espacio propio y una categoría propia, distinta al tabaco y a los artículos medicinales. A partir de aquí, junto con la Administración, tenemos que trabajar juntos para consolidar la industria de forma equilibrada y competitiva.

¿Por qué se deben (o no se deben) regular los cigarrillos electrónicos como los convencionales, sin excepciones en el sector del ocio, la hostelería y la publicidad?

Esteve Fernández: Por dos motivos: en primer lugar, el expresado anteriormente, es decir, que los cigarrillos electrónicos constituyen un intento de renormalizar la imagen y uso del tabaco en lugares donde lo normal es no ver ningún fumador. Y, en segundo lugar, porque constituyen también una fuente de exposición pasiva a tóxicos para los no fumadores de cigarrillos electrónicos.

Alejandro Rodríguez: Porque simplemente no lo son y así lo marca la Directiva Europea, asignándole una categoría propia con un artículo específico para ello. Es un producto diferente y por tanto, tiene una regulación distinta que protege a los ciudadanos en términos de calidad, seguridad y salud, y respeta a la industria para que pueda profesionalizarse y crecer de manera ordenada y sostenible. No se puede ni se debe equiparar al tabaco, por responsabilidad social, científica y empresarial.

¿Hay que igualar la fiscalidad de los cigarrillos electrónicos a la de los convencionales?

Esteve Fernández: Dado que los cigarrillos electrónicos son un producto similar al tabaco, de carácter adictivo, es conveniente regular su fiscalidad y equipararla a la del tabaco.

Alejandro Rodríguez: La Directiva Europea concede al e-cigarrillo un ámbito independiente al de los productos farmacéuticos y los derivados del tabaco. Es una cuestión de sentido común: si no es tabaco, no se puede regular en ningún aspecto como tal.

¿Dónde deben venderse los cigarrillos electrónicos?

Esteve Fernández: Tal y como se ha propuesto, aquellos que contienen nicotina deberían ser regulados como medicamentos y, por tanto, usados con indicación sanitaria y comercializados en farmacias o similares. El uso 'recreativo' debería limitarse a dispositivos sin carga de nicotina, aunque con las debidas garantías sanitarias y de consumo respecto a los aditivos y los sabores. Por ejemplo, se usan aditivos alimentarios a pesar de que la vía de administración es la inhalada, por lo que la seguridad de estos aditivos queda en entredicho.

Alejandro Rodríguez: A través de nuestra Guía de Autorregulación, planteamos un sistema de licencias de venta del producto que asegure que solo puedan operar establecimientos que cumplan con una serie de requisitos mínimos en términos de experiencia, formación y calidad. Actualmente el producto se comercializa en todo tipo de locales sin ningún tipo de control, formación ni adecuación al mismo (papelerías, verdulerías, particulares, pescaderías, etc). Es fundamental que se controle quién puede vender el producto y bajo qué condiciones.

Europa regula los cigarrillos electrónicos como productos medicinales, si se presentan con propiedades curativas o preventivas. ¿Qué opina?

Esteve Fernández: En algunos países lo hacen, a pesar de que todavía no se ha demostrado que sean eficaces para dejar de fumar. Pero dado que se pueden cargar con nicotina, que es una droga muy adictiva, su regulación sanitaria es indispensable.

Alejandro Rodríguez: Europa no regula los cigarrillos electrónicos como productos medicinales. Es un error divulgativo y de concepto importante que ha creado confusión y desinformación en el sector y los consumidores. En estos temas hay que ser rigurosos y precisos y este de tipo afirmaciones no ayudan a la sociedad a entender un producto nuevo.

¿Estamos empezando a comercializar un nuevo producto adictivo?

Esteve Fernández: Efectivamente, los cigarrillos electrónicos se utilizan sobre todo con carga de nicotina, y la nicotina es adictiva. Y como decía antes, el propio dispositivo está pensado para recordar un cigarrillo convencional que mantendrá todo el componente psicológico de fumar, un factor que resulta importantísimo en el mantenimiento de la adicción.

Alejandro Rodríguez: El cigarrillo electrónico no produce adicción y así lo corrobora la experiencia de la implantación en otros países y los informes de universidades internacionales. El e-cig es un sistema electrónico destinado a simular el consumo de tabaco, pero es más saludable que los cigarros tradicionales. Al vapear no se produce una combustión, sino una condensación: la batería estimula un mini-vaporizador que convierte el líquido en una pequeña cápsula (que puede o no llevar nicotina) en vapor.

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