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Washington despide a Kennedy, "el liberal más grande"

Reuters

Por Deborah Charles y Svea Herbst-Bayliss

Washington dijo adiós al senador Edward Kennedy mientras el ataúd del hombre al que el presidente Barack Obama calificó como el "más grande legislador de nuestro tiempo" y el "león del Senado" era enterrado tras cuatro días de emotivos homenajes.

El féretro del senador fue conducido desde Boston, donde el patriarca de la dinastía política más preeminente de Estados Unidos recibió una emotiva misa de despedida en una basílica católica, hasta el Cementerio Nacional de Arlington.

Antiguos presidentes, congresistas de ambos partidos políticos y cientos de personas aplaudieron cuando el coche fúnebre se detuvo en el Capitolio para un breve servicio religioso con su familia y cantaron "America the Beautiful" y "God bless America".

Luego, unos 200 invitados se reunieron alrededor de su ataúd para las lecturas de despedida en el cementerio de Arlington, donde fue enterrado cerca de las tumbas de sus hermanos, el presidente John F. Kennedy y el senador Robert Kennedy, asesinados en 1963 y 1968, respectivamente.

El cardenal Theodore McCarrick, amigo personal de Kennedy, presidió los funerales y leyó una carta a Benedicto XVI en la que el senador sostuvo: "Le escribo con profunda humildad para pedirle que rece por mí, debido a que mi propia salud se deteriora (...) Sé que he sido un ser humano imperfecto, pero con ayuda de mi fe, he tratado de corregir mi camino".

McCarrick también leyó la respuesta del Vaticano que dijo que el Papa le dio a Kennedy su "bendición apostólica".

Desde su muerte el martes por un cáncer cerebral a los 77 años, los estadounidenses han celebrado una serie de servicios conmemorativos por el último de los hermanos Kennedy, mostrando la fascinación que muchos sienten por una familia que es lo más cercano a un realeza en Estados Unidos.

"El trabajo de Ted Kennedy no fue para defender a quienes tenían riquezas o poder o conexiones especiales. Fue dar voz a los que no eran escuchados", dijo Obama en el discurso panegírico del funeral al que asistieron miembros de la elite política de Estados Unidos.

PÉRDIDA DE UN ALIADO

Obama ha perdido a un importante aliado en su intento de hacer una reforma general del sistema sanitario con la muerte de Kennedy, un líder liberal, al que denominó "el alma del Partido Demócrata" y que le haber ayudado a conseguir los 2,5 billones de dólares necesarios para un sistema en el que hay casi 46 millones de personas sin seguro.

Kennedy fue senador bajo 10 presidentes durante 46 años, defendiendo causas como los derechos civiles, la inmigración y la salud, o el fin del apartheid en Sudáfrica, la oposición a la guerra en Irak y la paz en Irlanda del Norte.

Podía convencer a los republicanos en acuerdos entre bastidores aun cuando los conservadores se burlaban de él, llamándolo un amante sin remedio de un gobierno grande.

La policía informó que unas 50.000 personas presentaron sus respetos ante el féretro durante dos días.

"¿Dónde estaría como hombre negro sin los Kennedy?. Ellos creen en los derechos civiles y es por eso que estoy aquí para honrar a este gran hombre", dijo Clint Haymon, uno de los cientos de asistentes reunidos fuera de la Basílica de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, a pesar de la persistente lluvia.

En la ceremonia actuaron el chelista Yo-Yo Ma y el tenor Plácido Domingo. Los discursos provinieron de muchas generaciones de la familia Kennedy.

Obama y los ex presidentes Jimmy Carter, George W. Bush y Bill Clinton se sentaron en primera fila con sus esposas. Tras su panegírico, Obama abrazó a la llorosa esposa de Kennedy, Victoria, mientras mantenía una de sus manos en el ataúd.

Amado por los liberales, Kennedy fue tanto respetado como vilipendiado por los conservadores, muchos de los cuales nunca le perdonaron el accidente de automóvil en Chappaquiddick en 1969, cuando el vehículo que conducía cayó por un puente y él escapó, mientras una mujer que estaba con él murió.

No llamó a la policía hasta nueve horas después, y el incidente posiblemente puso fin a cualquier posibilidad de haber sido presidente.

Obama recordó las muchas tragedias por las que el senador atravesó, llamándolas "una serie de eventos que hubieran quebrado a un hombre menor".

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