Público
Público

Y colorín colorado...

JESÚS ROCAMORA

Shrek: Felices para siempre

Director: Mike Mitchell

Intérpretes: Mike Myers (Shrek ), Eddie Murphy (Asno), Cameron Diaz (Princesa Fiona), Antonio Banderas (El gato con botas), Julie Andrews (Reina), John Cleese (Rey), Walt Dohrn (Rumpelstiltskin), Jane Lynch (Gretched)

Clasificación: Todos los públicos

Género: Animación

En síntesis

En el reino de Muy Muy Lejano, Shrek vive feliz con Fiona y sus tres hijos. Los humanos, que antes huían ante su presencia, lo paran por la calle y le piden continuamente que haga su popular rugido. Shrek es un héroe de cuento. Nostálgico de la vida libre y aventurera de los ogros solteros y groseros, firma un contrato que no debería con el liante Rumpelstiltskin, que le permite volver a los viejos tiempos por un día. A su vuelta, su mundo de fábula no se parecerá en nada al que conocía.

Con la primera Shrek (2001), Spielberg y el resto de sus socios en Dreamworks consiguieron lo impensable: que creyésemos que había vida en la animación 3D más allá de Disney/Pixar. Su propuesta de cuento de hadas gamberro y autoparódico servía muy bien de contrapunto políticamente incorrecto a la ternura doméstica de Toy Story. En 2010 sigue siendo inevitable hablar de ambas (el fin de semana del 23 de julio se estrena ‘Toy Story 3’: no hagan apuestas porque ya hay vencedor). El problema es que mientras Disney/Pixar mantiene los niveles de calidad por los aires, los de Dreamworks ya bajaron las exigencias hasta la alerta roja en ‘Shrek tercero’. Es difícil ver en Shrek, felices para siempre alguna intención creativa más allá de explotar una gallina escuchimizada. La coartada para retomar su historia es digna de la literatura ‘pulp’: un ‘what if’ que plantea qué pasaría si Shrek no hubiera salvado a la princesa en la primera película y el reino de Muy Muy Lejano estuviera patas arriba. A partir de aquí, un Shrek con la crisis de los 40 se pasea perdido por una realidad paralela donde nunca conoció a Asno, Fiona es una princesa guerrera a lo Xena y los ogros viven sometidos por el dictador Rumpelstiltskin. Es una pena que los chistes para adultos hayan dejado paso a gags autoreferenciales y gracias fáciles sobre la decadencia de los personajes. Pero lo peor es que esta hora y media en su vida es innecesaria, porque al final todo vuelve a ser como al principio, como exigen los finales felices, con beso mágico y lágrima. Pero Shrek ya tuvo un final así. Y un ogro se merece algo muchísimo peor.

Llegó la hora de psicoanalizarse. Sujeto: Shrek. Ocupación: ogro antaño temido. Estado civil: felizmente casado y con tres hijos. El pobre está a un paso de contar batallitas y vive en su particular Día de la Marmota, repitiendo una y otra vez su rutina. En el fondo, Shrek (personaje) se muestra tan agotado como Shrek, la franquicia. Como los cuarentones que buscan nuevas sensaciones, incluso tontea con la idea de ser un héroe libertador de otros ogros oprimidos. Demasiado heroico para alguien como él.

Secundarios y algunos detalles mimados, como la banda sonora, aportan a ‘Shrek, felices para siempre’ el encanto perdido. Además de repetir personajes, como Gato con Botas (con voz de Antonio Banderas), el mayor atractivo se lo vuelve a llevar un villano sin dobleces, de esos de libro (de cuentos): Rumpelstiltskin es inquietante, con su aspecto de Joselito pelirrojo y diabólico, de duende al que el ‘show business’ no ha dejado crecer. Y mención especial para Asno (eddie Murphy en la original): sus ataques de pánico y su verborrea también son conocidos ya, pero sigue empujando a la carcajada.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias