La posición del conseller Antoni Castells favorable a que el PSC tenga 'voz propia en Madrid', tal como reclamó el domingo en una entrevista en Avui, no es nueva, pero sonó con más fuerza que nunca después de que los socialistas catalanes hayan vivido un año en el filo de la navaja en sus relaciones con el PSOE a causa de las negociaciones de la financiación.

Una vez superado este escollo, en el PSC se hacen lecturas contrapuestas de una experiencia que muchos han vivido con especial dramatismo. Los que siempre han defendido el grupo propio, entre ellos Castells, creen que la negociación ha evidenciado la servidumbre que supone la inclusión de los 25 diputados del PSC en el grupo del PSOE, sobre todo si se tiene en cuenta el desmesurado protagonismo conseguido por ERC, con tres, e ICV, con uno, en la recta final del proceso.

Por contra, los que no quieren romper con el PSOE, que son mayoría, creen que ha llegado el momento de pasar página y que las aguas vuelvan a su cauce. 'Cuando el PSC es PSOE obtiene mejores resultados', dijo el viceprimer secretario, Miquel Iceta, en El Punt también el domingo.

Aún así todos coinciden en que el protocolo de relaciones entre los dos partidos difícilmente podría resistir otra situación similar El secretario de Organización del PSC, José Zaragoza, hizo ayer autocrítica de la negociación en declaraciones a RAC 1 para señalar que no pueden 'someter a la ciudadanía a un proceso tan largo, se ha vivido una incertidumbre que no es buena'.

Sobre el debate del grupo propio, Zaragoza se remitió a la resolución aprobada en el último congreso del partido, el verano pasado, y que viene a decir que se activará cuando el PSC considere que es un instrumento conveniente para sus intereses. O sea, que el PSC apuesta por mantener ese delicado equilibrio (o calculada ambigüedad) que tan buenos resultados le ha dado hasta ahora.