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Destacan el compromiso social del escritor Alejandro Sawa en el centenario de su muerte

EFE

La obra del escritor Alejandro Sawa (Sevilla, 1862-Madrid, 1909) destaca por su compromiso y por su denuncia de las lacras sociales, pese a que se le vinculó siempre con los ambientes bohemios, según dijo a Efe el catedrático de Literatura Española de la UNED Francisco Gutiérrez Carbajo.

Alejandro Sawa debe buena parte de su celebridad a que Ramón del Valle-Inclán, con el nombre de Max Estrella, lo hizo protagonista "Luces de Bohemia", si bien inspiró otros personajes de Baroja, como el Villasús de "El árbol de la ciencia", según Gutiérrez Carbajo, quien ha preparado una edición de la que considera la mejor novela de Sawa, "Declaración de un vencido" (Cátedra).

Según Gutiérrez, aunque la crítica académica sitúa a consagrados como Clarín, Pardo Bazán y Galdós en el Naturalismo, Alejandro Sawa fue más que ellos "un naturalista ortodoxo, según predicaba Zola el Naturalismo".

Anticlerical, Sawa se adelantó a Blasco Ibáñez y a Ramón Pérez de Ayala "en la denuncia de los internados religiosos como antros perniciosos" y, hombre "muy comprometido", denunció en sus obras lacras sociales como la prostitución.

"Era de la idea, como lo fue López Bago, de que era necesario presentar la llaga para encontrar el remedio", de ahí la crudeza de algunas de sus páginas y lo explícito del título de alguna de sus novelas, como "Criadero de curas", según ha explicado el catedrático de Literatura.

Gutiérrez Carbajo, en su prólogo a esta edición, asegura que si Sawa le pone el subtítulo de "Novela social" a su "Declaración de un vencido" es porque considera su literatura como "una práctica higiénica y terapéutica, que tiene como fin transformar y mejorar la sociedad".

El compromiso de Sawa lo fue también con la "frustración literaria" que conocieron muchos jóvenes de su generación y él mismo, quien, recordó Gutiérrez Carbajo, "murió como un héroe de tragedia clásica", en palabras de Valle-Inclán "ciego, loco y furioso".

En efecto, Sawa agonizó sumido en la más absoluta pobreza, enfermo, olvidado por sus amigos, mientras reclamaba a Rubén Darío un puñado de pesetas que le debía por haberle escrito, como "negro literario", artículos que el padre del Modernismo firmó en la prensa americana y española.

También, destacó el catedrático, fue uno de los autores que, en consonancia con el espíritu del 98, lamentó que "lo que había sido un gran país se hubiera enzarzado en luchas fratricidas", con el consiguiente resultado del Desastre.

Aunque acudió a Madrid, como tantos de su época, para hacerse un nombre y "conocer a los importantes de entonces, que eran Echegaray y Castelar", fue capaz de "criticar al sistema literario, a la crítica académica y a la periodística."

Gutiérrez Carbajo, que acompaña su edición de "Declaración de un vencido" de un prólogo de un centenar de páginas sobre la vida y la obra de Sawa, aseguró que este autor se consideró un vencido como demuestra el título de esta novela, cuyas páginas son tan autobiográficas que por momentos parecen unas memorias.

Pese al olvido en que la obra del sevillano ha estado casi un siglo -este año, el del centenario de la muerte de Sawa, se están reeditando varios títulos y la Biblioteca Nacional prepara unas jornadas sobre él que se celebrarán a fin de año-, Gutiérrez Carbajo aseguró que sus valores literarios son "muy importantes".

"Se adelantó a su tiempo, tal vez por su espíritu cosmopolita, por sus contactos en París, por su concepción estética tan moderna", lo que sucede, bromeó el catedrático citando a Baroja, en el sentido de que "hay tanto tonto triunfando en la vida, que parece que la inteligencia, más que una cualidad positiva, sea un inconveniente".

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