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"Os Diplomáticos" rememoran su historia, la de un grupo imposible

EFE

En los años 90 Galicia vivía también su particular edad dorada del rock. Eran los tiempos de la movida, Vigo y "Siniestro Total". Sin embargo, nadie se atrevía a hacer rock en gallego. Unos chavales de aldea, "Os Diplomáticos", se convirtieron entonces en aquel grupo imposible. Ahora cumplen 20 años.

"En aquella época se decía que el gallego no valía para el rock and roll, y que en A Coruña nadie hablaba gallego", rememora Xurxo Souto, líder del grupo.

Los agoreros afirmaban que aquella experiencia estaba condenada al fracaso. Sin embargo, aquel grupo de "inconscientes" decidió perseverar en su idea: hacer rock en gallego.

"Aquello fue fascinante. Fue la felicidad extrema", recuerda Souto en una entrevista con Efe. "Os Diplomáticos de Monte Alto" mezclaba todo lo que se podía mezclar: ska, punk, folk o música popular. Eran mestizos sin saberlo. De hecho, su éxito les llevó hasta París, donde compartieron escenario y aventuras con Manu Chao. Eran tiempos de "Mano Negra".

Mucho antes de eso, "Os Diplomáticos" tuvieron que salir de Monte Alto, uno de los barrios más emblemáticos de A Coruña. "Cruzamos el Puente Pasaje -uno de los accesos a la ciudad- y nos encontramos con muchos grupos parecidos", señala Souto. Entonces fue cuando surgió el movimiento: O Bravú.

"Ya existían los grupos. Lo único que hicimos fue juntarnos todos", añade Mangüi, otro de los componentes de la banda.

Aquella primera reunión tuvo lugar en Chantada (Ourense) y supuso la ruptura de la "incomunicación proverbial" de la cultura gallega.

"Sabemos lo que pasa en Londres o en Berlín, pero no lo que ocurre en Verín", lamenta Souto.

Tras aquel encuentro comenzó la época dorada del movimiento bravú, del rock que huele a monte. "A carne sin castrar", define Souto. Eran tiempos de "Heredeiros da Crus", "Os Resentidos" o "Yellow Pixolinas".

"En aquella época nos movíamos en un territorio marginal", recuerda Souto. Sin embargo, su música conectó con la gente y les llevó a recorrer toda la península ibérica e incluso Francia.

"Pasamos de no ser nada a ser unos auténticos dinosaurios", subraya Souto parafraseando al legendario Rosendo.

El impulso del movimiento bravú duró poco, pero lo suficiente para crear por fin una tradición de rock gallego e, incluso, influir en toda una generación de jóvenes a través de las canciones de un popular programa infantil. "Ahora hay que matarlo para que surjan nuevas formaciones", sentencia Souto.

"Los días son más felices ahora. A Coruña es infinitamente más divertida ahora que hace 20 años". Entonces "en Madrid no sabían lo que lo que pasaba aquí", subraya Souto. El Atlantismo: la creatividad artística ligada al bar y a la mística celta pasó desapercibida. Eran tiempos en los que Madrid se escribía con V de Vigo.

"Lo que jodió todo fue ese cartel de prohibido cantar. De niño recuerdo que bajaba con mi abuelo y su hermanos e íbamos de tasca en tasca y ellos cantaban en todas partes: boleros, habaneras, tangos", recuerda Mangüi, sonriente.

Ahora, Galicia vive un buen momento. "Afortunadamente la capacidad creativa es infinitamente superior", asegura Souto. Existen grupos de reggae, folk y por su puesto, rock en gallego. "Quizá falten canales de producción", lamenta Souto.

En A Coruña, por ejemplo, a penas sobreviven cuatro salas de conciertos. "Es un fracaso histórico de A Coruña no tener una sala potente", apunta Souto.

El próximo viernes "Os Diplomáticos" tocarán de nuevo en una de estas salas, "O Túnel".

"Nos juntamos para celebrar los veinte años. No es una vuelta definitiva", aclara Mangüi. "Retornar con el grupo sería como exprimir un limón que ya está muy exprimido", puntualiza Souto.

Los tiempos en los que A Coruña "arañaba" ya han pasado. Al menos, 'Os Diplomáticos' podrán rememorar su historia, la de un grupo imposible.

Pablo L. Orosa

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