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2010, la vida tal como no la entendíamos

El hallazgo de nuevos planetas y de organismos ‘'alternativos' anima la esperanza de encontrar en este siglo otros seres vivos en el universo

JAVIER YANES

El año en que establecimos contacto' no ha sido tal. El tagline que promocionaba la versión fílmica del 2010: Odisea dos, de Arthur C. Clarke, predecía algo que en el fenecido siglo XX parecía razonable. Pero aunque el año elegido por el futurólogo haya concluido sin las noticias de ahí fuera que él vaticinó, los últimos avances en astronomía y astrobiología acercan más la ciencia a la conquista de ese territorio de la ficción que hasta hoy ha sido la vida alienígena. El catálogo de los planetas extrasolares ha rebasado este año la barrera de los 500 registros. Uno de los nuevos mundos incorporados, Gliese 581 g, se publicitó como el primer planeta potencialmente habitable, aunque su existencia aún deberá confirmarse. Quizá la gama de rincones del universo compatibles con la vida deba ampliarse después del descubrimiento, aún también muy discutido, de la bacteria GFAJ-1, un habitante del californiano lago Mono que presuntamente es capaz de cambiar el fósforo por el arsénico como material de construcción celular. A esta rareza biológica se unió otra en el Mediterráneo griego: el primer animal pluricelular que vive sin oxígeno.

En la investigación científica, los hallazgos más notables del año profundizaron en el origen del hombre y su parentela, con la certeza de que nuestros ancestros intercambiaron genes con los neandertales, con un nuevo australopiteco -el sediba- que se presentó como el padre directo del género humano, y con un misterioso pariente asiático -la Mujer X- que dejó parte de su ADN en los sapiens.

La biomedicina ha brillado poco en 2010, con la excepción de la criatura nacida en la factoría del biomagnate Craig Venter: una célula gobernada por un genoma 100% sintético. Más que por su impacto inmediato, la novedad destaca por haber dirigido el foco de la actualidad y del debate hacia la vida artificial, una línea científica que augura pasos de gigante. Por su parte, la lucha contra el sida se vio reforzada con la aparición de un gel microbicida y con la prueba de que los antirretrovirales pueden prevenir el contagio. En el debe quedan las promesas terapéuticas de las células madre embrionarias, una vez aprobados este año los primeros ensayos clínicos.

Algunos de los mayores titulares del año los han merecido asuntos relacionados con la tecnología, como la llamada ley Sinde contra las descargas de internet. La maniobra para legalizar el cierre de páginas web de enlaces sin pasar por un juez se enredó en una telaraña de negociaciones políticas en el Congreso. La versión española de una iniciativa legislativa que se extiende por varios países no logró colarse camuflada en una Ley de Economía Sostenible, pero ya es público que el Gobierno no cejará en su empeño de perseguir las descargas, como tampoco los internautas cederán en su batalla por impedirlo. En el mundo de la tecnología destacaron también los debates sobre la neutralidad de la red y la privacidad -con los coches de Google Street View en el punto de mira-, y todo ello se pudo por fin leer en el aparato más deseado, el iPad de Apple.

La salud del planeta sufrió dos mazazos: el vertido de crudo en el golfo de México tras la explosión de una plataforma de BP y el escape de lodos tóxicos en Hungría. Al menos, la cumbre del clima de Cancún palió el fiasco de Copenhague con acuerdos de mínimos en financiación y contención del calentamiento que son 'un primer paso', según la nueva ministra española del ramo, Rosa Aguilar.

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