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Un bestiario de criminales microscópicos

Científicos de EEUU piden la creación de un enorme banco de patógenos para defensa

J. Y.

Tres ciudades de EEUU sufren ataques con armas biológicas a lo largo de una semana. Ninguna organización reivindica el atentado. Los ataques se producen dispersando aerosoles en un centro comercial, una estación de tren y una sala de cine. Los afectados presentan infecciones pulmonares por una bacteria, Francisella tularensis tipo A. El 5% muere. La investigación logra recuperar una muestra del cine. Se cuenta, además, con otras dos recogidas previamente por los servicios de inteligencia en un laboratorio terrorista bombardeado y en un vial del programa de armas biológicas de otra nación. Los científicos deben estudiar el recorrido de las bacterias, las similitudes genéticas entre las muestras y su origen para ayudar a determinar la autoría.

Lo anterior nunca ha ocurrido. Con tan peliculero argumento, el Centro Nacional de Contraproliferación de EEUU pidió una resolución del supuesto a un comité secreto de científicos llamado JASON, que elabora informes a petición de los organismos de defensa. El estudio, titulado Microbial forensics y elaborado en 2009, se ha conocido este mes tras su desclasificación y publicación en la web de la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS).

El informe destaca que 'F. tularensis es la bacteria más infecciosa conocida: se calcula que sólo 10-50 bacterias pueden inducir la forma potencialmente mortal de tularemia pulmonar'. El documento asegura que fue 'la primera arma biológica utilizada en la historia', cuando los hititas entregaron 'carneros malditos' infectados a sus enemigos de Arzawa en el año 1320 a. C. Con fines militares, la antigua URSS (hasta 1992) y EEUU (hasta 1973) cultivaron esta bacteria, que hoy es un 'candidato principal' para un ataque biológico, según el documento.

Pese a su deliberado realismo, el caso planteado no parece ir más allá de la especulación. El director del Proyecto de Secretos Gubernamentales de la FAS, Steven Aftergood, no cree que 'el foco en F. tularensis haga referencia a una amenaza concreta, sino que es representativo'. Pero más allá de la resolución teórica del caso, el aspecto más relevante y polémico del informe es la petición de crear 'una Biblioteca del Congreso de patógenos' que reúna 'cepas recogidas de todo el mundo' junto a sus datos de geolocalización o ADN. Cuando se discute la destrucción de las últimas muestras de viruela en Rusia y EEUU, la propuesta de reunir un enorme bestiario como este promete suscitar el debate.

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