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"Un buen Gobierno no debe temer a internet"

Pekka Himanen, investigador en las universidades de Stanford y Berkeley

BLANCA SALVATIERRA

Pekka Himanen (Finlandia, 1973) ha trabajado como asesor en temas sobre la sociedad de la información para varios gobiernos finlandeses y compañías como Nokia. Está convencido de que internet ha proporcionado a los ciudadanos una herramienta adicional para intentar cambiar la sociedad en la que viven, como ha sucedido recientemente con la revolución egipcia. Himanen visitó ayer Madrid para ofrecer una conferencia en la Fundación Telefónica titulada La ética del hacker, homónima del libro que publicó en 2001. Pese al tiempo transcurrido, este filósofo e investigador defiende que los conceptos básicos de esta obra continúan vigentes y que la cultura del hacker es la de la creatividad.

¿Cómo definiría a un hacker'?

Cuando escribí el libro La ética del hacker, utilicé el sentido original de la palabra. Me refiero a quien tiene un trabajo que le apasiona y comparte sus conocimientos con otros, la gente que creó internet y muchas de las tecnologías y los conceptos que utilizamos hoy a diario.

¿Ha evolucionado ese concepto?

'El efecto de las movilizaciones en la red es muy real, no sólo virtual'Es una pena, pero hay gente que piensa que el hacker es un criminal. Su significado original no es ese. En su momento hubo una confusión entre hacker y cracker [quien utiliza sus conocimientos informáticos para delinquir], y eso ya tiene difícil solución. Pero tampoco importa mucho. La idea y el espíritu que esos hackers tuvieron en su momento han construido la infraestructura de la actual internet. Ellos pusieron los cimientos para que millones de usuarios formen parte hoy de esa ética del trabajo creativo, como los que crean contenido en las redes sociales. Si miramos las diez páginas más visitadas de la web encontramos Wikipedia, YouTube, Facebook, Twitter Todas son expresiones de esta ética, personas que quieren compartir su potencial. No son necesarios grandes conocimientos informáticos para sumarse a una revolución y contarla a través de Twitter. La ética hackerahora se ha generalizado.

¿Existe una relación entre protestar en las redes sociales y pasar a la acción en la vida real?

El efecto de internet es muy real, no sólo virtual. Está ofreciendo un nuevo poder para organizar manifestaciones e, incluso, para cambiar el resultado de unas elecciones. La campaña electoral de Obama estuvo basada en parte en el poder de internet, que tiene una influencia real. Por otro lado, en Oriente Medio no ignoran lo que pasa en internet y, a la vez, el mundo entero está siguiendo lo que sucede a través de las redes sociales.

'Hay gente que cree que un 'hacker' es un criminal; es una pena' ¿Intentan los gobiernos controlar la red?

Algunos, pero es algo imposible por la naturaleza misma de internet. Es muy difícil bloquear la red, la información siempre encontrará otro camino. Es mejor utilizar internet para movilizar a la gente. La vida real ya nos ha dado ejemplos de ello, como lo que pasó en España antes de las elecciones de 2004 o la organización de manifestaciones a través de las redes sociales contra las dictaduras en Oriente Medio. Cuando un Gobierno cierra la información y empieza a crear una sociedad cerrada, termina influyendo para mal en su propio éxito. Un buen Gobierno no debe temer a internet. Lo que sucede es que hay algunas personas en algunos Gobiernos que nunca debieron tener poder. Esos son los que tienen que tener miedo. Internet ha devuelto el poder a la gente.

¿Ha influido la ética hacker' en las empresas?

La mayoría de los hackers ha combinado su ética con el mundo empresarial. Silicon Valley está lleno de estos ejemplos. Pero también hay hackers que se rigen por el único principio de compartir. Lo más importante es la combinación de ambos. No se empieza pensando en ganar dinero. Hay que empezar preguntándose qué es lo que te apasiona, qué podrías crear realmente valioso que pudieses compartir con los demás y cómo puedes hacerlo involucrando a otras personas. Hubo un tiempo en el que las empresas pensaron que la mejor estrategia era cerrarse al exterior. El tiempo les ha enseñado que es la peor estrategia.

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