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Ensayan una vacuna que se inhala contra el VIH

El investigador del CSIC Mariano Esteban participa en el proyecto, que ha comenzado su fase clínica

JAVIER YANES

A la dificultad de diseñar una vacuna eficaz contra el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, se une el problema de su posible administración masiva, ya que las regiones del mundo más afectadas por la enfermedad –África y el sureste asiático– carecen de una infraestructura sanitaria adecuada. Estos obstáculos parecen ahora más accesibles, gracias a un proyecto que desarrolla un consorcio europeo de científicos, en el que participa el equipo del investigador Mariano Esteban, del Centro Nacional de Biotecnología (del CSIC).

En el proyecto, patrocinado por la Fundación suiza Eurovacc, participan investigadores de seis países. Consiste en la elaboración de vacunas anti-VIH que además puedan administrarse por vía respiratoria, sin necesidad de inyecciones. Con este fin se preparó una versión modificada del virus vacunal, un patógeno de la familia de los poxvirus, con el que se logró la erradicación de la viruela. El virus alterado, llamado NYVAC, se diseñó para disparar una respuesta inmunitaria preventiva contra el VIH. Para ello, en la estructura del poxvirus se incrustaron cuatro antígenos del VIH, a lo que se añadió el ADN que codifica estos antígenos para potenciar la respuesta. Una vez fabricada, la vacuna se ensayó en vivo, primero en monos, antes de probar sus efectos en humanos.

Inmunización con mascarilla

El objetivo en este caso era doble: comprobar la eficacia de la vacuna y evaluar la posibilidad de administrarla en aerosol. Resultados publicados en enero en The Journal of Virology y The Journal of Experimental Medicine mostraron que la inmunización funciona en macacos. Asimismo, superó la primera fase del ensayo clínico con 40 voluntarios humanos. Según Esteban, “un 90% de los vacunados daba respuestas inmunes específicas”, que se mantuvieron durante al menos 72 semanas.

Los nuevos y prometedores resultados aparecen hoy en PNAS. Administrando la vacuna con mascarilla a los macacos, “es segura y produce respuestas inmunológicas específicas”, apunta Esteban. El virólogo resume las ventajas que aporta el aerosol: “Facilita la aplicación de las vacunas e implica un ahorro económico en material sanitario”.

Para Esteban, tan cauto como pragmático, los resultados suponen “un paso adelante que lleva a una conclusión: la necesidad de llevar a cabo nuevos ensayos clínicos”.

 

Un grupo de investigadores del Instituto Nacional de la Salud de EEUU (NIH) ha detallado el mecanismo que emplea el VIH para expandirse a todo el organismo desde su cuartel general en el tubo digestivo, un paso crucial en el proceso de infección.

Durante años, los científicos han sabido que las vías de entrada del virus del sida en el cuerpo humano confluyen en el tracto digestivo, concretamente, en ciertos tejidos donde residen poblaciones de linfocitos, células que son a la vez las encargadas de defender al organismo contra infecciones y las dianas preferentes del VIH. Una vez infectados los linfocitos de la región digestiva, el virus se reproduce para colonizar otras regiones y suprimir la respuesta linfocitaria.

Según el estudio, publicado en Nature Immunology y dirigido por el virólogo Anthony Fauci –un veterano que investiga el VIH desde su descubrimiento–, el virus es capaz de abrir esta puerta a la infección empleando la misma llave con la que invade los linfocitos en otros tejidos. Se trata de un antígeno de su cubierta llamado gp120 que, según se conoce desde hace años, se ancla a un marcador de los linfocitos llamado CD4.

De linfocito a linfocito

En el caso de la vía digestiva, la llave gp120 es capaz de abrir además otra cerradura en el linfocito, una proteína de su superficie llamada integrina alfa-4 beta-7. La función normal de esta proteína es servir de guía a los linfocitos, para dirigirlos al tubo digestivo. Una vez anclado a esta integrina, el virus obliga a la célula a establecer conexiones con otros linfocitos, propagando la infección.

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