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"A España le conviene una agencia espacial"

Entrevista con Rafael Rodrigo Montero, presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas // Afronta la reconversión del mayor organismo de la ciencia española

JAVIER YANES

Tomando prestado el símil de su ciencia de origen, la astrofísica, el nombramiento de Rafael Rodrigo Montero (Granada, 1953) como presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) no es un meteorito llovido del cielo. La reorganización estructural emprendida por el Gobierno de Rodríguez Zapatero con la creación del Ministerio de Ciencia e Innovación ha situado al anterior presidente del CSIC, Carlos Martínez-Alonso, al frente de la Secretaría de Estado de Investigación. Para reemplazarle, el Consejo de Ministros eligió el pasado viernes a un veterano que ha ocupado hasta ahora la vicepresidencia de Organización y Relaciones Institucionales del CSIC, a donde llegó desde la dirección del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAC). Pero aunque, en apariencia, la línea elegida sea la continuidad, nada más lejos de la labor que a Rodrigo le ha correspondido liderar: desde el mayor organismo público de la investigación española, con 123 institutos, abordará lo que el nuevo secretario de Estado ha definido como “la segunda modernización del sistema de I+D”. En el CSIC, la plataforma para este cambio será una metamorfosis profunda de la institución en agencia estatal, cuyo despliegue está ahora sobre la mesa.

¿Qué induce a un científico a saltar la barrera a la gestión?

En mi caso no ha sido un salto al vacío, sino algo paulatino. Yo fui crítico con el sistema, así que, cuando a uno le ofrecen la posibilidad de entrar en él para intentar mejorarlo, no puede decir que no. Pero esto es un paréntesis que he abierto y que cerraré volviendo a mi instituto, el IAC.

La astrofísica española compite con las mejores del mundo.

Sí, ha contribuido que otros países instalaran sus telescopios en Almería y Canarias. Esto ha creado un caldo de cultivo para hacer ciencia e involucrar a empresas tecnológicas. La ciencia espacial es la disciplina en la que España publica más a nivel mundial, en torno al 6% (en otras áreas ronda el 3%). Tenemos excelentes instalaciones y científicos que atraen a los investigadores extranjeros, no sólo en astrofísica; en las convocatorias de contratos postdoctorales, en tres años hemos pasado de un 3% de científicos extranjeros a un 20%.

¿Necesita España una agencia espacial?

Estamos en todas las misiones de la ESA. Pero es cierto que nos falta dar un paso, el de liderar, ser investigadores principales. El desarrollo de instrumentos es complicado. Hace falta una estructura estable muy costosa, que con las trabas burocráticas y administrativas que aún tenemos se hace prácticamente imposible. Ayudaría tener una agencia espacial propia. Eso ha hecho que países con menos potencialidad, como Austria o Finlandia, hayan llegado a liderar proyectos. Si los agentes científicos y tecnológicos llegáramos a un acuerdo, una agencia espacial española lograría eliminar trabas.

Los españoles ya “inventan ellos”. Pero ¿lo saben?

La sociedad demanda cada vez más información científica para tener opiniones asentadas. Claro que los científicos tuvimos parte de culpa de ese distanciamiento de la sociedad, pero las instituciones ahora están volcadas para transmitir ese conocimiento. Las encuestas que hacemos nos alejan de ese estigma de Unamuno. La gente sabe que, si quieres ser dueño de tu propio destino, tienes que investigar, no puedes depender de otros.

¿Qué significará el cambio a agencia estatal del CSIC?

La ciencia española estaba encorsetada en normas estrictas, cosa que no ocurre en otros países de nuestro entorno. Esto nos dificultaba competir. Se ha buscado una figura jurídica diferente que permitiera más agilidad y flexibilidad en la gestión sin perder rigor ni transparencia. El nuevo estatuto nos da mayor autonomía, a la vez que nos exige responsabilidad.

¿Cuándo se desarrollará?

La parte organizativa no debería tardar más de seis meses. Tenemos un mandato para hacer un contrato de gestión con el Estado que nos servirá durante 2009, coincidiendo con nuestros planes estratégicos. El contrato incluye la petición de recursos humanos y económicos y el cumplimiento de objetivos cuantificables.

¿Cómo afronta la era de la descentralización un organismo aún tan centralizado?

En la parte científica, dotando a los institutos de mayor capacidad de realizar una política científica, reclutar personal y ejecutar recursos económicos. De lo contrario seríamos una institución obsoleta. En cuanto a la geografía, antes el 70% de los institutos estaban en Madrid; ahora son menos del 50%. Pero no hemos duplicado esfuerzos ni institutos, sino que nos sumamos a las comunidades autónomas y las universidades para, además, especializar centros en disciplinas de interés en cada caso. Por ponerle un ejemplo, nos unimos a la Universidad de La Rioja y al Gobierno de esta comunidad para hacer un Instituto de las Ciencias de la Vid y del Vino. Esto el CSIC no podría hacerlo solo.

La burocracia era un reproche al CSIC en un reciente editorial de 'Nature', junto con la ausencia de una carrera científica.

Esto es fundamental. La media de edad de entrada de investigadores en el CSIC es la más alta de nuestro entorno. Tenemos que construir una carrera atractiva y sin huecos, donde a un investigador senior se le pueda contratar por cinco años, evaluarle a los tres y, si la valoración es positiva, ofrecerle un puesto estable o un contrato indefinido. Y esta carrera no sólo debe incluir a científicos, sino a técnicos y gestores.

¿La flexibilización contempla la interfaz público-privado?

Por supuesto. En la próxima fase tenemos que eliminar las trabas para que los científicos puedan transferir su conocimiento al sector productivo o emprender ellos si lo desean. Esos puentes aún faltan, pero no se pueden tender en un mes. Sin duda lo va a facilitar la creación de la Fundación General CSIC, que atraerá recursos del sector privado.

La transferencia de la Universidad al nuevo Ministerio de Ciencia ha recibido críticas.

La Universidad juega un papel esencial. Un 40% de nuestros centros son mixtos con universidades y la pertenencia de ambos sectores al mismo Ministerio facilita la cohesión. El CSIC aspira a la flexibilidad de la autonomía universitaria.

¿Qué áreas científicas serán prioritarias?

El plan de actuación 2010-2013 se focalizará en cuatro ejes: biomedicina-biotecnología, física, nanociencias, y energía y cambio climático. Creemos que en estas disciplinas podemos ser más competitivos.

¿Al nivel de la décima potencia?

En esas cuatro, incluso más.

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