La descripción suena inquietante: una musaraña burgalesa gigante con dientes rojos inoculadores de veneno. Pero no hay nada que temer: primero, tratándose del grupo que reúne a algunos de los mamíferos más pequeños conocidos, cuyo peso ronda los 10 gramos, el término 'gigante' se traduce en 60 gramos.

Segundo, no se trata de un animal actual, sino que habitó la sierra de Atapuerca entre 780.000 y 900.000 años atrás y cuyos restos han salido a la luz gracias a Juan Rofes y Gloria Cuenca-Bescós, paleontólogos de la Universidad de Zaragoza que han publicado su hallazgo en Zoological Journal of the Linnean Society, informa SINC.

Varias razones convierten el descubrimiento en algo notable. Según explica Rofes a Público, no sólo es una nueva especie, sino el primer género endémico de musaraña en la Península Ibérica: 'Hasta ahora, todas las musarañas fósiles grandes de Atapuerca se habían asignado a la especie europea Beremendia fissidens'.

La musaraña, bautizada como Dolinasorex glyphodon en honor al yacimiento de la Gran Dolina, donde aparecieron los restos, es además un puzle zoológico cuya solución deberá esperar futuros hallazgos. Los análisis de parentesco sitúan su origen lejos de Burgos: 'Su filogenia la relaciona con un grupo asiático', dice Rofes.

Pero las características del animal no sólo conducen a Asia, sino que cruzan el Atlántico hasta el Caribe, lo que aumenta la rareza de esta especie. Rofes apunta que los dientes rojos de Dolinasorex poseían canales para inyectar saliva tóxica, como los parientes de las musarañas presentes hoy en Cuba y Haití.

No todo son incógnitas; Rofes ofrece posibles respuestas: 'Debería existir un rastro fósil entre Asia y España aún por descubrir, pero creemos que otros restos asignados a Beremendia pertenecen a este nuevo grupo. Además, Beremendia también tenía canales de veneno, algo que había pasado desapercibido hasta ahora'.