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La ONU presiona a los negociadores climáticos

La cumbre de Cancún sigue estancada a falta de 48 horas para el final. Ban Ki-moon lanza reproches a los delegados de 194 países

MANUEL ANSEDE

Nada más entrar al Hotel Moon Palace, el resort de lujo de Cancún donde se celebra la cumbre del clima de la ONU que estaba llamada a lograr un acuerdo internacional contra el calentamiento global, hay un stand de la ciudad surafricana de Durban. Allí se organizará la siguiente gran cumbre del clima. El stand ofrece imágenes de poblados zulúes, submarinismo entre arrecifes de coral, hoteles paradisiacos y safaris con leones y rinocerontes. Y una mención de pasada a la importancia de la futura cumbre, en diciembre de 2011. Eso es lo primero que se encuentran los miles de negociadores de 194 países, muchos de ellos con la pulsera del todo incluido de su hotel, reunidos en Cancún. Tras casi 20 años de batallas diplomáticas en torno al cambio climático, los negociadores presentes en la ciudad balneario mexicana encaran las últimas 48 horas del cónclave con todos los asuntos cogidos con pinzas. Todo se finiquitará en Durban, dicen.

El propio secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, restregó ayer el fracaso en la cara de los ministros de Medio Ambiente de todo el mundo. 'Estoy profundamente preocupado porque nuestros esfuerzos hasta la fecha han sido insuficientes', espetó el jefe de la ONU. Los ministros, incluida la española Rosa Aguilar, se enfrentaron ayer a unos textos recién sacados del horno y elaborados a codazos diplomáticos por los burócratas climáticos durante los primeros diez días de la cumbre. No hay grandes avances, salvo en aspectos técnicos. Los frentes principales el coto a la destrucción de los bosques, los detalles del Fondo Verde de 100.000 dólares por año en 2020 prometido el año pasado en Copenhague, la verificación por organismos internacionales de las emisiones de CO2 comunicadas por los países se concluirán en Durban. 'No hay señal de progreso sobre los temas cruciales', resumió la comisaria europea de Acción por el Clima, Connie Hedegaard, que señaló a China como culpable del bloqueo por impedir que otros países verifiquen sus verdaderas emisiones.

España se compromete a una reducción del 30% de sus emisiones

'Ya sabíamos que el avance no se iba a producir con mucha velocidad, pero se produce', declaró ayer Aguilar. La ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino aseguró que España 'se compromete a una reducción del 30%' de las emisiones de la UE en 2020 respecto a 1990, sin esperar a ver qué hacen otros países. En la práctica, sería un empujón a las negociaciones y un gesto hacia EEUU, que sólo ha anunciado un recorte del 17% respecto a 2005 en una ley que está bloqueada en su Congreso, plagado de negacionistas del cambio climático.

Al cierre de esta edición, los ministros europeos estaban reunidos para decidir si la UE anuncia el recorte unilateral del 30%, como piden los países en desarrollo y las ONG. Países como Polonia e Italia se niegan en redondo.

'Creo que hay posibilidad de alcanzar acuerdos en todas las partes, pero muchas cuestiones tendrán que ser definidas en Durban', admitió la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera. Lo mismo dijo un conformista Ban Ki-moon, en una especie de trabalenguas: 'No necesitamos acuerdos finales en todos los asuntos, pero necesitamos progresos en todos los frentes'.

La UE señala a China como culpable del bloqueo

En los nuevos borradores que manejan ya los ministros se observa la mano de EEUU, según denuncia Aida Vila, de Greenpeace. En uno de los párrafos, ha aparecido la frase '[los 194 países de la Convención de cambio climático de la ONU] reconocen la intención de los países desarrollados de implementar los objetivos de reducción de emisiones'. Antes, la frase favorita era 'deciden que los países desarrollados deben comprometerse, individualmente o en conjunto, a la limitación de las emisiones'. Esta modificación, todavía sin aprobar, cambiaría un deber de recortar las emisiones de CO2 por un deseo de hacerlo, según explica Vila.

Japón volvió ayer a provocar un terremoto en las negociaciones. Uno de sus delegados, Akira Yamada, negó cualquier posibilidad de sumarse a una prórroga del protocolo de Kioto, que expira en 2012. Sin un acuerdo en el horizonte, el tratado de Kioto es el único mecanismo que obliga a los países industrializados, excepto a EEUU, a reducir sus emisiones. Japón rechaza prorrogarlo, puesto que sólo afecta a naciones que apenas representan la cuarta parte de las emisiones mundiales, y apuesta por llegar a un acuerdo mundial que incluya a los principales contaminantes, EEUU y China. Sin Kioto y sin un acuerdo global en la próxima cumbre de Durban, no existiría ningún mecanismo para obligar a los países a reducir sus bocanadas de CO2.

Sin embargo, China envió ayer una señal que podría desbloquear la batalla diplomática en Cancún. La potencia asiática se comprometió en Copenhague a reducir hasta un 45% sus emisiones por unidad de PIB en 2020 respecto a 2005. Sin embargo, dejó claro que su compromiso era 'voluntario'. Ayer, su jefe negociador, Xie Zhenhua, aseguró: 'Tendremos objetivos vinculantes'. A cambio, China pide la prórroga del protocolo de Kioto, que se tambalea por la presión de Japón, Rusia y Canadá.

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