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Un radiocasete español para Spotify

Un ingeniero catalán de 27 años diseña una caja de música para el popular servicio musical online

MIGUEL ÁNGEL CRIADO

Recuperar la sensación de regalar música perdida con tanto mp3 o poder escucharla en la cocina sin tener que hacer malabares con el iPod. Esas han sido algunas de las motivaciones del catalán Jordi Parra, un ingeniero técnico en diseño industrial de 27 años, para construir un reproductor con forma de caja para oír las canciones del popular servicio musical sueco Spotify, que tiene diez millones de canciones, tras acuerdos con las grandes discográficas, y diez millones de ususarios, en casi toda Europa. La caja de Parra recuerda a los viejos transistores, pero lleva dentro lo mejor de la moderna tecnología: LED, identificadores por radiofrecuencia y hasta hardware libre. El apoyo de la compañía sueca ha provocado que se hable mucho de su obra en internet. Parra ya tiene listo el prototipo y ahora serán los responsables de la empresa los que decidan si apostar por un aparato que libera la música del ordenador.

Parra lleva dos años en el prestigioso Instituto de Diseño de Umea (Suecia). Trabajó en Barcelona varios años al graduarse, pero dejó España buscando dónde poder materializar sus ideas. 'Mucho modelado 3D pero poco diseño', explica. Ahora anda preparando su Spotify player, como él llama a esta caja de música, para la exhibición final dentro de unos días. Allí confía poder enseñar su obra a los ejecutivos de la compañía, que han seguido de cerca su trabajo. Tras conseguir un préstamo para proseguir con sus estudios, en mayo pasado les comentó su plan de diseñar un aparato con el que se pudiera escuchar la música de Spotify pero sin necesidad de ordenador. Habló con el director de arte de la compañía y le gustó la idea. 'Le pareció bien y a ellos no les costaba nada, sólo les pedí su opinión y permiso para usar su marca', comenta Parra.

Los responsables de la empresa decidirán ahora si apuestan por el aparato

El diseñador catalán ha documentado en su blog todo el proceso creativo, desde las primeras ideas escritas en un post-it, hasta el resultado final. Dentro de la caja hay una placa llena de circuitos y cables ensamblados usando Arduino, una plataforma de código abierto. 'Hay gente montando instalaciones para medir consumo de energía en su casa con arduinos, controles remotos para controlar un acuario, robots, cohetes de todo', cuenta el joven. Fiel a la filosofía de este sistema libre, Parra ofrecerá lo que ha aprendido a la comunidad. 'Todavía no he documentado el cableado ni he subido el código, pero intentaré hacerlo pronto por si alguien quiere montar algo así', explica.

La caja no contiene ninguna canción. En eso se parece a una radio. Lo que tiene es un lector de etiquetas RFID o tags, una especie de código de barras digital. Parra ha diseñado unos discos imantados que recuerdan a los tazos donde esconde uno de estos códigos. Dentro, cada tazo lleva una lista de canciones, pero sólo la lista. Se pega el tazo sobre la rueda del volumen, el lector RFID lee la información y suena la música. Pero, ¿de dónde viene? Del ordenador. La caja envía una orden al PC para que abra el programa Spotify y reproduzca la lista grabada en el tazo. Por fuera, el prototipo es espartano. Muestra una gran rueda para el volumen, como la de los antiguos radiotransistores, y dos pequeños botones para pasar a la siguiente canción o volver a la anterior. También, tras la tapa con forma de rejilla, se esconden tres matrices con 192 LED. La idea de Parra es que sirvan para mostrar información como la batería, la conexión a la red o mensajes del propio Spotify.

Se puede preparar una lista de música y regalarla, como con los discos o CD

'Pienso que ahora, cuando toda la música se está volviendo más y más digital, es más engorroso ponerse a escuchar algo sin usar el ordenador', argumenta Parra. La caja se puede llevar a cualquier parte, como un radiocasete. 'En cierta manera, echo de menos poder escuchar música de un casete o de una radio vieja que puede estar por la cocina y se encienda con sólo pulsar un botón', comenta. Parra estima que, fabricado en serie, su artilugio podría costar unos 50 euros. Esto lo podría convertir en un buen regalo. 'Hoy en día, regalar un mp3 sabe a poco, no tiene ningún valor, cuando antes regalábamos casetes y CD y era algo con mucho valor sentimental. Darle forma a los tags, poder comprar unos cuantos, preparar una lista de música y dársela a otra persona parecía buena idea', sostiene. También se podrían comprar esos tags, cada uno con un identificador único, grabar en ellos una lista de temas y regalarlos.

La última palabra para convertir este prototipo en un producto final la tiene Spotify. 'Me han estado guiando durante todo el semestre pero a veces tardaban en contestarme. Supongo que están ocupados y no se esperan que pudiera salir algo así. Ahora, con toda la propaganda que ha tenido en blogs, tienen ganas de verlo', dice el diseñador barcelonés. Pase lo que pase, Parra se irá el mes que viene a Chicago. Ha recibido una oferta para trabajar en Ideo, una de las mayores empresas de diseño industrial del mundo.

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